
El precio del kilo de tortilla, alimento esencial en la dieta de millones de mexicanos, ha alcanzado niveles sin precedentes, superando ya la barrera de los 30 pesos en diversas zonas del país. Según los datos oficiales del Sistema Nacional de Información e Integración de Mercados (SNIIM), esta escalada de precios no muestra signos de detenerse, afectando directamente el bolsillo de las familias con menores recursos, para quienes la tortilla es la base de su alimentación diaria. El aumento refleja una presión inflacionaria constante.
La principal causa de este incremento continuo se encuentra en la subida generalizada de los costos de producción. Los dueños de tortillerías enfrentan un encarecimiento de los insumos clave, como el maíz y la harina, además del impacto directo por los altos precios del gas y la gasolina, que se utilizan tanto para la operación de las máquinas como para el transporte y la distribución del producto final.
Las Zonas donde el Consumo de Tortilla Pesa Más
El reporte del SNIIM detalla que la carestía del alimento no es uniforme en todo el territorio nacional, marcando claras diferencias regionales que acentúan la desigualdad. A la cabeza de las zonas con los precios más altos se encuentran estados turísticos y con altos costos de vida, como Baja California Sur, Quintana Roo y la Ciudad de México (CDMX).

En estas entidades, el precio de la tortilla supera con creces el promedio nacional, convirtiendo un producto de primera necesidad en un bien cada vez más difícil de adquirir. Esta situación obliga a las familias a reducir la compra del producto o a buscar alternativas de menor calidad, comprometiendo así su seguridad alimentaria.
Insumos y Logística Impulsan la Inflación
El fenómeno del aumento en el precio de la tortilla es un claro ejemplo de la cadena de inflación que azota al país. La dependencia del maíz y la harina, junto con la volatilidad en los precios internacionales y los problemas logísticos internos, se traduce inmediatamente en un golpe al consumidor final.
Los productores locales señalan que no tienen margen para absorber los costos, especialmente el gas que es vital para el funcionamiento de los molinos y las tortilladoras. El constante incremento en los costos de insumos, gas y transporte hacen imposible mantener los precios bajos, pese a los esfuerzos de las autoridades por estabilizarlos.







