14 de Diciembre del 2025.- Agustín Canapino ha vuelto a escribir su nombre en las páginas doradas del automovilismo argentino al lograr una hazaña que muy pocos han conseguido en la historia. Con esta reciente consagración, alcanzó su quinto trofeo en la categoría, igualando la línea de leyendas como Oscar Gálvez y colocándose a solo un paso de Juan María Traverso y Guillermo Ortelli. El piloto de Arrecifes, que está próximo a cumplir 36 años, sigue demostrando una vigencia y un hambre de gloria que parece no tener fin, consolidándose como el corredor en actividad más exitoso del país y con la mira puesta en batir todos los récords posibles en los años venideros.
Su camino no fue el tradicional, a diferencia de la mayoría de sus rivales que iniciaron en el karting a muy temprana edad. Canapino forjó su talento en los simuladores de carrera y saltó directamente a los autos de turismo con apenas 15 años, superando la falta de presupuesto inicial. Su padre, el legendario chasista Alberto, no quería que fuera piloto en un principio, conociendo lo difícil del ambiente, pero el talento del Titán de Arrecifes terminó por convencerlo de apoyar una carrera que hoy es legendaria, demostrando que la pasión y el trabajo duro pueden superar cualquier barrera económica o de inexperiencia previa.
La influencia de Estados Unidos y el recuerdo de su padre
Aunque muchos creen que su paso por la IndyCar en Estados Unidos fue la clave única de este nivel avasallante, Agustín Canapino asegura que el secreto radica en el trabajo de conjunto. Él destaca que se alinearon los planetas para tener un auto letal y un motor excelente, restando peso a su experiencia individual en el exterior. Sin embargo, reconoce que el profesionalismo y la exigencia al detalle que requiere la categoría norteamericana, especialmente en los óvalos, lo convirtieron en un piloto mucho más meticuloso en los aspectos técnicos, aprendiendo a trabajar a la décima de milímetro para ganar velocidad.
El factor emocional juega un rol crucial en la vida de Canapino, quien siente que cada título lo gana junto a su padre, aunque este ya no esté físicamente. Él se considera una continuación del legado de su papá y aplica todo lo que aprendió de él en la parte técnica para la puesta a punto de sus vehículos. Además, la celebración de este título tuvo un sabor especial, cumpliendo una promesa escrita en una carta que dejó en la parrilla de su amigo Quique, un lugar donde pasaba horas entrenando en simuladores cuando era apenas un joven soñador que buscaba su lugar en el mundo de los fierros.
La confianza fue vital para esta campaña, especialmente con su motorista Martín Costanzo, a quien conoció virtualmente por videollamada. A pesar de no conocerlo personalmente al inicio, Agustín Canapino confió en la visión del dueño del equipo, Gustavo Lema, para llevar adelante el proyecto. Esta apuesta salió a la perfección, logrando un rendimiento mecánico que le permitió ser contundente durante toda la temporada y asegurar el campeonato antes de largar la final, un hito histórico en el sistema de Copa de Oro que demuestra la superioridad que tuvieron sobre el resto del parque automotor.
El sueño de las 500 Millas y el apoyo a la Fórmula 1
Mirando hacia el futuro, el Titán de Arrecifes no oculta su deseo de tener una revancha en las famosas 500 Millas de Indianápolis. Aunque lo ve difícil en el corto plazo, mantiene el agradecimiento a Ricardo Juncos y la esperanza de volver para intentar concretar un buen resultado en esa carrera mítica. Su paso por allá le enseñó a trabajar al límite, una precisión que ahora vuelca en sus autos en Argentina para mantener el nivel competitivo que lo caracteriza y que lo lleva a buscar superarse año tras año sin relajarse.
