
El Gobierno de Estados Unidos ha dado un golpe de alto impacto en las relaciones con México al revocar las visas de más de 50 políticos y funcionarios mexicanos. La noticia, reportada por la agencia Reuters, señala que esta medida, de carácter masivo e inusual, llega en el momento más álgido de la ofensiva del presidente Donald Trump contra los cárteles de la droga y sus supuestos aliados en la política. La explicación oficial desde Washington fue contundente: «Las visas pueden ser revocadas en cualquier momento por actividades contrarias al interés nacional de Estados Unidos».
Esta acción genera una onda de choque en la clase política mexicana. Aunque el Departamento de Estado no suele publicar los nombres ni las cifras exactas, la magnitud de más de 50 revocaciones sugiere que la decisión va mucho más allá de casos aislados o investigaciones puntuales. El mensaje de Trump es claro: la colaboración antidrogas será redefinida bajo criterios de seguridad nacional de EE. UU. y se aplicarán consecuencias directas a quienes sean percibidos como obstáculos o cómplices del crimen organizado.
Escalada de Presión y Vínculos con el Crimen Organizado
La revocación de visas se ha convertido en una herramienta de presión diplomática y de seguridad, marcando un nuevo frente en la «guerra contra las drogas». Anteriormente, la cancelación de visas a políticos mexicanos se producía generalmente por una condena o un caso penal en curso. Sin embargo, en esta ocasión, la medida parece ser una acción preventiva o punitiva basada en inteligencia estadounidense que señala presuntos vínculos o colusión de estos funcionarios con los cárteles.
La medida afecta a políticos de distintos niveles de gobierno y partidos. Aunque la mayoría de los afectados no han confirmado públicamente la pérdida de su visa, la gobernadora de Baja California ha sido uno de los casos que ha trascendido. Funcionarios mexicanos han respondido a la noticia minimizando su importancia, aunque el hecho de no poder ingresar a EE. UU. afecta directamente su capacidad de operar en la frontera o realizar gestiones diplomáticas. La ofensiva de Trump está poniendo a prueba la cooperación bilateral en materia de seguridad, ya que una acción tan generalizada puede tensar la relación y ser vista como una injerencia.
Este amplio retiro de permisos de entrada se enmarca en la intención de la administración Trump de presionar a México para que investigue y procese a sus funcionarios con presuntos lazos con el narcotráfico. La preocupación principal de EE. UU. es el tráfico de drogas, especialmente el fentanilo, y la necesidad de actuar contra la impunidad y la corrupción política que, según Washington, facilita las operaciones de los cárteles. La revocación de visas es el ‘garrotazo’ inicial de una estrategia más amplia que busca un cambio radical en la forma en que México combate a las organizaciones criminales.
El Impacto Político Interno