
Los barrios y las calles de México están llenos de mitos y leyendas y no pueden faltar las casas embrujadas. Un caso curioso es el de un moderno edificio de la década de 1970 que se hizo famoso no por tener fantasmas, sino por la mala fortuna que le acompañó durante sus años de existencia. Te contamos la historia del edificio Mala Suerte de Avenida Juárez.

El edificio Juárez 92 era una construcción de vanguardia para su tiempo, con 11 pisos de altura y grandes ventanales miraba hacia la modernidad. Ubicado en uno de los mejores puntos de la CDMX, en Avenida Juárez, entre Humboldt e Iturbide, muy cerca del Paseo de la Reforma en la colonia Centro, estaba dedicado a alojar oficinas de importantes secretarías y comisiones del gobierno.

Pero el esplendor le duró poco. A los pocos años de su inauguración le llegó el infortunio, y el lujoso edificio que hacía avanzar a la capital mexicana hacia el progreso, con el tiempo quedó en el total abandono como un armatoste sucio y lleno de grafitis. Esta es la historia de su mala suerte.
La historia del Mala Suerte
Antes de la construcción del moderno edificio de 11 niveles de Avenida Juárez, desde la década de 1940 su lugar era ocupado por un bonito edificio de arquitectura neocolonial de 4 pisos con bellos arcos y un distintivo reloj en su fachada. En este inmueble se alojaban las primeras oficinas de PEMEX, empresa recién creada tras la expropiación petrolera de 1938.

Al frente de este inmueble tradicional podía leerse la frase “Consuma lo que el país produce”, pero ante el crecimiento de la ciudad y de la misma empresa, en los años 60 se decidió construir un edificio más alto y moderno en el mismo lugar para ser la nueva sede de la paraestatal durante algunos años más.

Para la década de los 70 las oficinas de PEMEX se trasladaron a otro lugar y en el moderno edificio de paredes de cristal se instalaron la Comisión Nacional de Abasto Popular (CONASUPO), la Secretaría de Turismo y la Secretaría de Gobernación. En 1973, el artista duranguense Ángel Boliver hizo el mural “Los grandes valores nacionales de México” para decorar el vestíbulo del recinto. Todo marchó bien hasta que llegó la primera tragedia.
El infortunio del Edificio Mala Suerte
La mala suerte le llegó al edificio el 24 de julio de 1977, en pleno verano. Según dicen, el asistente del secretario de turismo dejó prendida una de las parrillas de la cocina que había en el sexto piso y se quedó dormido. El fuego se extendió y arrasó con otros pisos y oficinas de las otras dependencias, causando el pánico entre los trabajadores.

Con las llamas hubo dos fallecidos y pérdidas calculadas en 20 millones de pesos de ese entonces. Tras el percance, pocos años después CONASUPO y las dos secretarías abandonaron el edificio.
Así pasaron los años y llegó el sismo de 1985. El edificio Juárez 92 no cayó con el terremoto como otras construcciones cercanas, pero sí sufrió daños severos que afectaron su estructura y su estabilidad. Debido a esto, se demolieron sus tres pisos superiores y se le colocaron unas grandes vigas rojas de acero en su parte inferior para reforzarlo.
El abandono, el fracaso y el futuro de Avenida Juárez 92
El inmueble estuvo ocupado por la Contraloría General de la Ciudad de México hasta 2012 y después quedó al abandono por casi 10 años y como hogar para indigentes que montaron sus viviendas en los rincones del edificio, así como en el exterior. Aunque eran desalojados constantemente, estas personas en situación de calle regresaban al Mala Suerte para guarecerse.

En 2021, SEDUVI, junto con la Autoridad del Centro Histórico, lanzó una convocatoria entre arquitectos y urbanistas para darle nueva vida al edificio. Únicamente se recibieron 23 propuestas, de las que sólo una alcanzó la fase final, pero no llegó a convencer al jurado.

Por fin, en 2022 comenzó la demolición del Edificio Mala Suerte y por ahora existe el proyecto de que su lugar lo ocupe un nuevo complejo que alojará al Registro Agrario Nacional, así como al Archivo General Agrario, espacios culturales, un museo, un jardín botánico y espacios públicos. Esperemos que con esto la mala suerte no vuelva a este lugar.