El escritor José Agustín, autor de obras como La tumba, De perfil y Ciudades desiertas, era un ícono de la literatura, pero ese no fue el único impacto que tuvo en nuestro país. Como todas las historias extrañas de México y como muchos jóvenes de nuestro país, tuvo un enredado encuentro con la política en México. Imagínense que hasta lo metieron al Palacio de Lecumberri.
Con la mala pata de haberse encontrado con un personaje temible:el jefe del Departamento de Policía y Tránsito del Distrito Federal, Arturo “El Negro” Durazo, quien lo arrestó y lo acusó injustamente de narcotráfico.
¿Quién era José Agustín?
Antes de contarles por qué Durazo lo arrestó, les queremos hablar de quién era José Agustín Ramírez Gómez, nacido el 19 de agosto de 1944 en Guadalajara, Jalisco —aunque lo registraron oficialmente en Acapulco, Guerrero.
Estudió en el Centro de Estudios Cinematográficos de la UNAM y estuvo en el taller literario del escritor Juan José Arreola.
También fue profesor visitante en las universidades de Denver, de California-Irvine y en la de Nuevo México, así como en el International Writing Program de la Universidad de Iowa. Además fue conductor y productor de programas de radio y televisión, y coordinador de varios talleres literarios.
Igualmente fue guionista de películas. Se encargó de Ya sé quién eres (te he estado observando), de 1970; en 1976, adaptó para cine la novela El apando, del escritor José Revueltas, que estuvo bajo la dirección de Felipe Cazals; y un año después, adaptó La viuda de Montiel, de Gabriel García Márquez.
Como dramaturgo, José Agustín escribió obras como Los atardeceres privilegiados de la Prepa 6, Círculo vicioso y Abolición de la propiedad. Asimismo, colaboró en varios periódicos y revistas.
Cuando lo arrestó “El Negro” Durazo por narcotráfico
En su autobiografía, El rock de la cárcel, el también ensayista cuenta que después de quedar lista su película Ya sé quién eres (te he estado observando), el escritor decidió irse junto a su esposa Margarita Dalton a Acapulco, donde vivía una de sus hermanas.
Cuando venían de regreso a la Ciudad de México, el 14 de diciembre de 1970, pasaron a visitar antes a su amigo Salvador Rojo, compositor que se había encargado del tema principal de la película que había dirigido. Ahí, ambos fumaron un poco de marihuana, cerca de 60 gramos que según el autor de La panza del Tepozteco, guardaron en una lata de leche en polvo.
Sin embargo, José Agustín no esperaba que después cerca de diez agentes federales armados, dirigidos por el comandante Arturo “El Negro” Durazo y acompañados de dos norteamericanos, entraran a la casa para arrestarlos, llevándoselo primero a él a un cuarto donde también se encontraba Beto, el hermano de un escultor a quien su amigo le rentaba un cuarto.
Cuando estaban ahí, le señalaron al escritor la lata y le preguntaron que si era suya, pero él respondió que no. En un momento, Beto aprovechó para explicarle que era “una onda de mota”, pero que ellos no tenían nada que ver, por lo que él pensaba que los dejarían ir.
Después, José Agustín se enteraría que esa mañana los mismos agentes, junto a Durazo, habían arrestado en la Catedral de la Ciudad de México a varios amigos del hermano del escultor, ya que planeaban vender 17 kilos de marihuana. El único que había logrado escapar había sido Beto, quien fue a pedirle ayuda a su hermano que vivía en casa de Salvador Rojo.
José Agustín en el Palacio de Lecumberri
Al final, sin que Durazo investigara si José Agustín o su amigo eran realmente cómplices de Beto, los llevaron a la Procuraduría General de la República (PGR) para pedirles sus datos, fotografiarlos con los kilos de marihuana y considerarlos parte del grupo delictivo.
“Los agentes se obstinaban en considerar a Salvador, Margarita y a mí como miembros de la Terrible Banda Internacional de Narcotraficantes, aunque evidentemente no tenían ninguna base para hacerlo”, cuenta el escritor en su autobiografía.
Aunque aceptó que la lata era suya, logrando que dejaran a Margarita, las autoridades se empeñaron en decir que el autor de La tumba era parte del grupo criminal, por lo que terminó en el Palacio de Lecumberri, prisión por donde también pasaron personajes como David Alfaro Siqueiros.
Aquí escribiría su novela Se está haciendo tarde (final en laguna) en bolsas de tortas y platicando con José Revueltas, autor de El apando, hasta que salió un sábado 7 de julio de 1971; gracias, según sus palabras, a Angélica Ortiz, madre de la cantante Angelica María, con quien tuvo una relación. Sí, esto porque explicó que la productora pidió al entonces secretario de Gobernación, Mario Moya Palencia, que interviniera en su favor.
Finalmente, sobre esta experiencia en la cárcel, después declaró lo siguiente para la revista El Búho: “Me hizo conocerme muy bien y me regresó a la literatura que es mi vida. Realmente en la cárcel escribí todas estas circunstancias. La cárcel es lo más espantoso que me ha ocurrido, pero por otro lado fue un empujón grandísimo que me dio el destino para poder seguir adelante y no estancarme”.
*Con información de la Enciclopedia de la Literatura en México, El rock de la cárcel, Revista El Búho
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