Cada 24 de enero, el mundo celebra el Día Internacional de la Educación, una fecha proclamada por la Asamblea General de las Naciones Unidas en 2018. Este día busca reconocer la importancia de la educación como un derecho humano fundamental y un pilar esencial para el desarrollo sostenible y la paz.
En 2025, el lema de la conmemoración es «Invertir en las personas, priorizar la educación», con el objetivo de generar conciencia sobre la necesidad de fortalecer los sistemas educativos, especialmente en países donde millones de niños, niñas y jóvenes aún enfrentan barreras para acceder a la enseñanza. Según la UNESCO, actualmente más de 244 millones de niños en el mundo no asisten a la escuela, una cifra alarmante que requiere atención urgente.
En México, las organizaciones educativas han aprovechado la fecha para destacar los retos en el sistema escolar. Problemas como la desigualdad en el acceso a la educación, la falta de infraestructura en zonas rurales y la deserción escolar son temas que siguen preocupando. Voces de expertos recalcan que invertir en educación es invertir en el futuro, ya que cada año de escolaridad adicional puede incrementar hasta un 10 % los ingresos de las personas en su vida adulta.
Por otro lado, instituciones educativas y ONG han organizado eventos y talleres en varias ciudades del país, enfocados en promover la inclusión y destacar el papel clave que tiene la tecnología para cerrar las brechas educativas. Desde clases en línea hasta plataformas interactivas, la digitalización se plantea como una herramienta para llegar a quienes históricamente han estado excluidos del sistema educativo.
El Día Internacional de la Educación no solo celebra los logros alcanzados, sino que también invita a los gobiernos y las sociedades a reflexionar sobre el trabajo que falta por hacer. Garantizar el derecho universal a la educación requiere compromiso, inversión y una visión conjunta hacia un mundo más equitativo y preparado para los desafíos del futuro.
Es increíble cómo a veces las decisiones de los gobiernos no tienen en cuenta lo que realmente necesita la gente. En lugar de enfocarse en resolver problemas urgentes, parece que se distraen con cosas que no importan tanto. Hay tantas necesidades básicas que deberían ser la prioridad, en vez de perder tiempo en cosas que no ayudan a la mayoría.