4 DE OCTUBRE DEL 2025 – LOCAL. Pese a las claras advertencias de especialistas y la evidencia de un fenómeno natural persistente, la construcción de nuevos complejos hoteleros en el litoral del Caribe Mexicano no ha experimentado interrupción. La industria de la construcción turística avanza a un ritmo acelerado, ignorando que el ecosistema costero de Quintana Roo pierde anualmente entre uno y dos metros de playa debido a la erosión. Este contraste entre el desarrollo económico y la fragilidad ambiental pone en riesgo la principal riqueza del estado: sus playas.
Este crecimiento constructivo sin pausa ocurre en un contexto de alarma ambiental. Los expertos señalan que esta presión del sector inmobiliario podría representar un peligro inminente para la estabilidad ecológica de la costa. La colocación de nueva infraestructura en zonas de delicado equilibrio natural es considerada una práctica irresponsable que amenaza con un colapso. La expansión constructiva actual prioriza la alta demanda de alojamiento por encima de la protección del patrimonio natural.

Erosión Persistente y Alerta Ambiental por la Construcción
La principal línea de defensa natural de las costas quintanarroenses, las dunas costeras, enfrenta un desgaste acelerado que amenaza con colapsos y pérdidas permanentes de playa. Observadores locales, incluyendo académicos y activistas, han señalado que la capacidad de carga de estas zonas ecológicas ya estaría visiblemente rebasada. La construcción en estos puntos debilita la barrera natural, haciendo la costa más vulnerable ante fenómenos meteorológicos y la subida del nivel del mar.
El desarrollo inmobiliario turístico no responsable podría exacerbar gravemente el problema de la erosión. Al colocar cimientos, hoteles y camastros en zonas que deberían ser de amortiguamiento natural, la construcción elimina la flora de duna que fija la arena. Este proceso no solo destruye el hábitat de especies protegidas, sino que también acelera la pérdida de arena, comprometiendo a mediano y largo plazo la propia sustentabilidad del negocio turístico que se busca fomentar con la inversión constructiva.
El Liderazgo de la Construcción Pese a los Riesgos
A pesar del deterioro evidente de la franja costera, los promotores turísticos y las autoridades continúan otorgando nuevos permisos para la construcción hotelera. La lógica económica, impulsada por la alta rentabilidad del sector, parece ser más fuerte que las advertencias ambientales. Esta priorización de la inversión sobre la resiliencia costera tiene repercusiones a futuro.

La falta de dunas y la construcción excesiva han obligado a los municipios, en años recientes, a gastar millones de dólares en proyectos de recuperación de playas. Estos proyectos, que implican el dragado y reposición de arena, son costosos, tienen un impacto ambiental propio y deben repetirse periódicamente debido a que la erosión no cesa. Es decir, el impulso constructivo irresponsable genera un gasto público recurrente para mitigar un daño que se pudo prevenir con una planeación constructiva más responsable desde un inicio. En 2025, Cancún y la Riviera Maya han liderado la construcción hotelera en México, concentrando más del 90 % de los nuevos cuartos.
El hecho de que la construcción siga su curso sin adaptarse a las condiciones ambientales subraya una problemática de falta de coordinación entre las políticas de desarrollo económico y las de protección ambiental. Si no se ajustan las normativas de construcción y se impone un límite real a la densidad hotelera en las zonas de mayor erosión, la principal industria de la región corre el riesgo de autodestruirse.