
12 DE DICIEMBRE DEL 2025 – INTERNACIONAL. Militares armados de Estados Unidos tomaron el control de un petrolero en el mar Caribe, cerca de las costas de Venezuela, el pasado miércoles, en lo que representa la más reciente escalada de la campaña de presión del gobierno de Donald Trump contra Caracas. La Casa Blanca confirmó la operación un día después, anunciando que la embarcación será trasladada a un puerto estadounidense para iniciar un proceso legal formal de incautación. El presidente Trump calificó la acción como la incautación del petrolero «más grande que se haya incautado jamás», enfatizando la magnitud de la ofensiva.
La fiscal general de Estados Unidos, Pam Bondi, justificó la acción aludiendo la «implicación [del buque] en una red ilícita de transporte de petróleo que apoya a organizaciones terroristas extranjeras». Imágenes aéreas difundidas por Washington muestran a tropas estadounidenses, incluyendo marines y miembros de la Guardia Costera, asaltando la embarcación desde helicópteros en una operación que, según Bondi, se realizó de «forma segura». Este movimiento se enmarca en una serie de acciones en el Caribe bajo el pretexto de combatir el narcotráfico, aunque Washington también acusa directamente al gobierno de Nicolás Maduro de estar implicado en estas actividades.
Identidad y Antecedentes del Buque Petrolero Incautado
Aunque las autoridades estadounidenses no revelaron inmediatamente la identidad del buque petrolero, fuentes militares y marítimas lo han identificado como el buque cisterna The Skipper. Este navío fue previamente sancionado por el Departamento del Tesoro de EE.UU. en 2022 por su presunta participación en una red de contrabando de petróleo que habría financiado al Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Iraní y a Hezbolá. En ese momento, el buque operaba bajo el nombre de Adisa y estaba supuestamente controlado por el magnate ruso Viktor Artemov, de acuerdo con las autoridades estadounidenses.

The Skipper, que navegaba bajo una bandera supuestamente falsa de Guyana, es un petrolero de gran tamaño (VLCC) con 333 metros de eslora, y una capacidad de transporte masiva. Se estima que zarpó de un puerto venezolano con cerca de 1,8 millones de barriles de crudo pesado, lo que representa un cargamento valorado en más de US$95 millones. La firma británica de riesgos marítimos Vanguard Tech ha señalado que el petrolero formaría parte de una «flota clandestina» utilizada para evadir las sanciones impuestas al petróleo venezolano.
La Dura Respuesta de Caracas y Nuevas Sanciones
El gobierno de Venezuela ha reaccionado con vehemencia ante la incautación del petrolero, calificando el suceso como «un robo descarado y un acto de piratería internacional». En un comunicado, Caracas afirmó que esta acción es parte de un «plan deliberado de despojo de nuestras riquezas energéticas» y reafirmó su intención de acudir a todas las instancias internacionales para denunciar lo que considera un «grave crimen internacional». El régimen bolivariano enfatizó que la soberanía y los recursos naturales del pueblo venezolano serán defendidos con absoluta determinación ante estas agresiones.
En paralelo a la operación marítima, el Departamento del Tesoro de Estados Unidos anunció nuevas sanciones que apuntan directamente al círculo cercano del presidente Nicolás Maduro, incluyendo a tres de sus sobrinos: Efraín Campo Flores, Francisco Flores de Freitas y Carlos Malpica Flores. Además, seis barcos adicionales utilizados para transportar petróleo venezolano también fueron añadidos a la lista de entidades sancionadas. El secretario del Tesoro, Scott Bessent, justificó las medidas, afirmando que buscan responsabilizar al «régimen y a su círculo de compinches y empresas por sus continuos crímenes» y por presuntamente inundar EE.UU. con drogas.
La incautación del petrolero se da en un momento de tensión, revirtiendo la política de la administración anterior de Joe Biden, que había otorgado una licencia a Venezuela para exportar parte de su petróleo a EE.UU. a cambio de que permitiera elecciones libres y justas. La nueva ofensiva endurece el control sobre el mercado de petróleo venezolano e iraní, y los analistas advierten que esta medida podría perturbar aún más las exportaciones de crudo y aumentar las preocupaciones sobre la disponibilidad del energético a corto plazo, reflejándose en una ligera subida de los precios mundiales del crudo tras el anuncio.






