SAN DIEGO (AP).— Donald Trump prometió desde hace tiempo deportar a millones de personas, pero ahora aporta más detalles en su actual intento por llegar a la Casa Blanca: invocar poderes de tiempos de guerra, apoyarse en gobernadores con ideas afines y utilizar a las fuerzas armadas.
El historial de Trump como presidente muestra una enorme brecha entre sus ambiciones y las realidades legales, fiscales y políticas de las deportaciones masivas de personas que se encuentran ilegalmente en Estados Unidos: 11 millones en enero de 2022, según el último cálculo del Departamento de Seguridad Nacional.
El expresidente Barack Obama realizó 432,000 deportaciones en 2013, el total anual más alto desde que se llevan registros.
Las deportaciones bajo el gobierno de Trump nunca llegaron a 350,000. Pero él y Stephen Miller —su principal arquitecto en política de inmigración— ofrecieron pistas en entrevistas y mítines respecto de adoptar un enfoque diferente si los votantes vuelven a darles el poder en noviembre. Podrían beneficiarse de las lecciones aprendidas durante sus cuatro años en el cargo y, potencialmente, de más jueces nombrados por Trump.
“Lo que Trump parece estar contemplando es potencialmente legal”, dijo Joseph Nunn, abogado del Brennan Center for Justice (Centro Brennan para la Justicia) en la Facultad de Derecho de la Universidad de Nueva York. “Puede que no haya muchas barreras legales. En términos logísticos va a ser extraordinariamente complicado y difícil. A los militares no les va a gustar hacer eso y van a moverse tan lentamente como puedan. Pero es posible, por lo que debe tomarse en serio”.
Cuando se preguntó al equipo de campaña de Trump cómo se llevaría al cabo su promesa, respondió que Trump emprendería el mayor programa de deportaciones en la historia de Estados Unidos, sin dar más detalles.
Karoline Leavitt, una portavoz, explicó que Trump “reuniría todo el poder federal y estatal necesario para instituir la mayor operación de deportación de criminales, traficantes de drogas y traficantes de personas ilegales (en el país)”.
Ahora la pregunta es cómo superaría Trump los desafíos legales. Trump ha dicho que invocaría la Ley de Enemigos Extranjeros, una ley de 1798 que permite al presidente deportar a cualquier no ciudadano de un país con el que Estados Unidos esté en guerra.
El gobernador de Texas, Greg Abbott, propuso la teoría de que la inmigración ilegal equivale a una invasión para justificar medidas de aplicación de la ley estatales. Esto se mantiene hasta ahora sin éxito, pero los expertos legales refieren que los jueces pueden ser reacios a cuestionar lo que un presidente considera como agresión extranjera.
La amplia autoridad de la Ley de Enemigos Extranjeros puede dar la vuelta a una ley que prohíbe a los militares hacer cumplir la ley civil. Trump ha dicho que se centraría en desplegar a la Guardia Nacional, cuyas tropas pueden ser activadas por orden de un gobernador. Miller dice que las tropas bajo el mando de gobernadores republicanos solidarios enviarían tropas a estados cercanos que se nieguen a participar.
Asesor Política de inmigración
Stephen Miller, principal asesor de Trump en política de inmigración, dijo lo siguiente:
La Guardia Nacional
“La Guardia Nacional de Alabama va a arrestar a inmigrantes en Alabama, y la Guardia de Virginia, en Virginia. Y si vas a ir a un estado hostil como Maryland, bueno, allí simplemente la Guardia de Virginia haría el arresto en Maryland”, dijo Miller en “The Charlie Kirk Show”.
Ejército involucrado
El Ejército ha estado en la frontera desde el gobierno del presidente George W. Bush con actividades que no se consideran de aplicación de la ley, como vigilancia e instalación de alambre de púas.