
TORONTO (EFE).— Los canadienses reaccionaron a la guerra comercial y crisis diplomática que el presidente de EE.UU., Donald Trump; inició con una drástica reducción de sus viajes al país vecino y de la compra de productos estadounidenses, como bebidas alcohólicas.
Cifras oficiales de EE.UU., dadas a conocer ayer por medios de Canadá, revelan que en febrero el número de canadienses que viajaron por vehículo al país vecino se redujo en casi medio millón de personas y fue la cifra más baja desde abril de 2022, antes de que se levantasen las restricciones por la pandemia.
Los datos indican que mientras que en febrero del año pasado 2,696,512 canadienses entraron en EE.UU. en automóvil (la forma de transporte más habitual), en febrero de 2025 la cifra se redujo a 2,223,408 personas.
La abrupta reducción se produjo al mismo tiempo que Trump incrementó sus ataques contra Canadá, con la amenaza de aranceles y declaraciones sobre la intención de utilizar la “fuerza económica” para anexionar el país.
Al mismo tiempo, las autoridades canadienses, desde el entonces primer ministro, Justin Trudeau, hasta jefes de gobierno provinciales, promovieron que los canadienses reconsideraran sus viajes a EE.UU. y compras de productos de ese país.
El organismo público Estadísticas Canadá confirmó la reducción del tráfico entre los dos países. Según sus cifras, el número de canadienses que en febrero regresaron por automóvil a Canadá desde EE.UU. cayó un 23% en comparación con el mismo mes de 2024.
Es una pena que la guerra comercial esté afectando los viajes entre Canadá y Estados Unidos. Al final, los que sufren son las personas comunes que solo quieren disfrutar de un viaje o comprar lo que les gusta. Es bueno apoyar lo local, pero también es triste ver cómo las tensiones políticas arruinan experiencias que deberían ser simples y placenteras.
Es preocupante ver cómo las tensiones comerciales están afectando los viajes entre Canadá y Estados Unidos. La gente suele aprovechar estas escapadas para disfrutar y comprar productos de allá, pero con los aranceles y la situación actual, es comprensible que prefieran quedarse en casa. Sin embargo, también es una oportunidad para que los canadienses apoyen a sus productores locales. Es un dilema, pero al final, todos queremos lo mejor para nuestra economía.
Es preocupante ver cómo la guerra comercial entre Canadá y Estados Unidos afecta a la gente común. Al final, son los consumidores quienes terminan pagando el precio, ya sea con productos más caros o con menos opciones. Es una pena que estas decisiones políticas impacten tanto en la vida diaria de las personas.