
A pesar de que han transcurrido cinco años desde el inicio de la pandemia de Covid-19, la Cámara de Diputados de México sigue operando bajo el esquema de sesiones semipresenciales. Esta modalidad, implementada originalmente como una medida de emergencia sanitaria para garantizar la continuidad del trabajo legislativo, ha persistido en el tiempo, resultando en un Salón del Pleno que a menudo luce vacío.
La implementación de las sesiones semipresenciales en San Lázaro permitió a los legisladores seguir votando y debatiendo, combinando la presencia física de algunos diputados con la participación remota de otros. Sin embargo, lo que fue una necesidad sanitaria, con el tiempo se ha convertido en una costumbre que genera críticas sobre la efectividad y el compromiso de los diputados con su labor.
El Pleno Vacío

El visiblemente vacío Salón del Pleno es la imagen más elocuente de esta persistente modalidad. Mientras otros sectores y oficinas han regresado completamente a la presencialidad, una parte significativa de los diputados opta por conectarse a distancia, llevando a cuestionamientos sobre la calidad del debate y la transparencia del proceso legislativo.