
21 JULIO 2025-INTERNACIONAL- Al menos diez personas murieron este domingo tras un desprendimiento en una mina artesanal ubicada en Lomera, en la provincia oriental de Kivu Sur, en la República Democrática del Congo (RDC). Según informaron las autoridades locales, los cadáveres fueron recuperados bajo los escombros provocados por un repentino deslizamiento de tierra. La zona afectada es conocida por la explotación informal de recursos minerales, una práctica común pero extremadamente peligrosa.
Los testigos en la región señalan que las víctimas formaban parte de un grupo de mineros que trabajaban sin medidas adecuadas de seguridad. “No hay equipos ni protocolos de emergencia, todo es manual. Estas tragedias ocurren porque los mineros están completamente desprotegidos”, declaró un residente de la zona. Desprendimientos como este no son inusuales en las minas artesanales de la RDC, donde la extracción de oro, coltán y otros minerales se realiza sin supervisión técnica.

El gobernador de Kivu Sur, Théo Ngwabidje Kasi, pidió una investigación urgente y exhortó a las comunidades locales a evitar el ingreso a zonas de explotación no autorizadas. Sin embargo, organizaciones civiles afirman que es casi imposible frenar esta actividad mientras exista pobreza extrema y falta de alternativas laborales. A pesar de los llamados a la regulación, miles de familias dependen del trabajo informal en minas para sobrevivir, lo que convierte la situación en un dilema estructural.
De acuerdo con cifras de la ONU, cada año se reportan cientos de muertes por accidentes similares en las minas artesanales del país. Estas zonas, aunque peligrosas, son parte esencial del comercio internacional de minerales, alimentando cadenas de suministro globales sin una trazabilidad clara. Los activistas señalan la responsabilidad compartida entre gobiernos, empresas internacionales y consumidores finales que desconocen el origen de estos recursos.

Informes recientes del Grupo de Expertos de Naciones Unidas advierten que grupos armados siguen controlando muchas de estas minas, utilizando las ganancias de la minería artesanal para financiar conflictos locales. Este desprendimiento no solo refleja un problema ambiental y humano, sino también político y económico. La ausencia de un control estatal efectivo permite que estas estructuras ilegales continúen operando, con consecuencias fatales para las comunidades locales.