
15-Agosto-2025.-Mientras en Pakistán una familia afgana teme por su vida tras ser detenida para su deportación de afganos a su país de origen, en Alaska se desarrolla una cumbre entre Donald Trump y Vladímir Putin para hablar de la guerra en Ucrania… sin Ucrania en la mesa. Ambos sucesos, aunque distantes geográficamente, comparten un elemento clave: las decisiones se toman sin la participación directa de quienes están en mayor riesgo.
El caso afgano involucra a un exintegrante de las fuerzas especiales Triples, que trabajó junto a tropas británicas. Su identidad fue expuesta en una filtración de datos que afectó a casi 19 mil solicitantes de reubicación en el Reino Unido. La familia esperaba respuesta del programa ARAP, pero fue arrestada en Pakistán y enviada a un centro de detención. Según su hijo, Rayan, si regresan a Afganistán serán ejecutados por su pasado militar, pese a la amnistía que el gobierno talibán asegura ofrecer.
En Alaska, el presidente estadounidense Donald Trump busca mediar en el conflicto entre Rusia y Ucrania, pero sin invitar al presidente Volodímir Zelensky. Trump ha insinuado que los “intercambios de territorio” podrían formar parte del acuerdo, lo que en Kiev se interpreta como una posible cesión de tierras a Rusia. Para muchos ucranianos, esto sería una traición a su soberanía y una amenaza a la seguridad a largo plazo.
Ambos casos muestran cómo las personas afectadas quedan al margen de procesos políticos y diplomáticos que definen su futuro. En Pakistán, la familia afgana pide protección urgente a la Comisión Británica en Islamabad. En Kiev, líderes políticos y militares insisten en que cualquier acuerdo debe contar con garantías internacionales para evitar que Rusia utilice una pausa en la guerra para rearmarse y atacar de nuevo.
El Reino Unido, involucrado en los dos escenarios, enfrenta críticas: por un lado, por la filtración de datos que ha puesto vidas afganas en riesgo y, por otro, por permitir que la negociación sobre el futuro de Ucrania se realice sin representación ucraniana. En ambos casos, la ausencia de mecanismos sólidos de protección y de participación directa debilita la confianza en los compromisos internacionales.