
16 de Julio del 2025.- Con la entrada en vigor de la reforma al artículo 60 Bis de la Ley General de Vida Silvestre, los 17 delfinarios que operan en Quintana Roo deberán reconvertir sus instalaciones y funciones, tras la prohibición de espectáculos con delfines y otros mamíferos marinos en cautiverio. La Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa) ya comenzó inspecciones, iniciando por la zona de Cancún, donde se mantiene presencia turística constante.
La titular de la Profepa, Mariana Boy Tamborrel, señaló que las visitas se realizarán de forma oficiosa, es decir, sin necesidad de denuncia ciudadana. El objetivo principal es garantizar que estas instalaciones cumplan con la Norma 135, que regula el manejo de mamíferos marinos en cautiverio. También se está solicitando información a la Dirección General de Vida Silvestre, la autoridad responsable de autorizar estos establecimientos.

La reforma establece que la actual será la última generación de delfines en centros de exhibición, prohibiendo su reproducción forzada y la participación en espectáculos. A pesar del cambio, los ejemplares existentes podrán permanecer en cautiverio, aunque con restricciones claras. Los delfinarios deberán transitar hacia modelos educativos, científicos o de conservación, si desean mantener operación parcial bajo una nueva normatividad.
Esta legislación ha generado diversas reacciones. Mientras que grupos ambientalistas celebran el fin de los espectáculos, asociaciones como Amhmar (Asociación Mexicana de Hábitats para la Interacción y Protección de Mamíferos Marinos) expresaron preocupación por la viabilidad ética y científica de mantener animales sin posibilidad de reproducción. Alegan que la nueva norma podría interferir con prácticas de manejo responsable y con principios de bienestar animal reconocidos internacionalmente.
En respuesta, el Gobierno de Quintana Roo aseguró haber iniciado una ruta técnica y jurídica para hacer menos conflictiva esta transición. Las nuevas medidas no implican un cierre inmediato, sino una reconversión gradual que deberá cumplir con condiciones específicas, incluidas mejoras en infraestructura y el eventual reemplazo de tanques por santuarios marinos más adecuados.
Esta transformación también pone sobre la mesa el impacto económico y turístico que tendrá para el estado, que alberga la mitad de los delfinarios del país. Muchos de estos centros generan empleos y forman parte de paquetes vacacionales. Por ello, será necesario implementar un plan de reconversión turística que permita sustituir esta oferta por actividades sustentables y libres de crueldad animal, como avistamiento en libertad o turismo científico, que atraigan visitantes sin comprometer el bienestar de las especies marinas.