
La inesperada recuperación de la pequeña Sara tras ser rociada con agua bendita estando internada fue el puntapié del intercambio por email que posibilitó que el papa Francisco casara de sorpresa, en el Vaticano y frente a sus hijas, a los uruguayos Noelia Franco y Omar Caballero.
El 19 de septiembre de 2018 no fue un día más para la familia Caballero Franco, quienes, hasta hoy, no tienen claro por qué el sumo pontífice decidió, respondiendo a un correo electrónico, recibirlos en la audiencia privada en la que, de imprevisto, ofició su matrimonio por iglesia y les compartió “el secreto del matrimonio feliz y duradero”.
Así lo asegura en diálogo con EFE la madre de cinco hijas, quien se remonta al año 2014, cuando, poco después de nacer, Sara -la menor-, tuvo que ser ingresada a un Centro de Tratamiento Intensivo por el virus VRS y le aplicaron unas gotas de agua bendecida por Francisco que una amiga había traído del Vaticano.

Pan y cebolla
“Con mi esposo dijimos que íbamos a ponerle y que si se salvaba íbamos a ir al Vaticano a agradecer y fue así. Le pusimos las gotitas y automáticamente ella entró en la curva de salida y salió”, cuenta quien, antes de que la pequeña cumpliera los dos años, viajó con ella a Roma para agradecerle en persona.
De ese encuentro volvió con “un montón de agua bendita” y rosarios, pero también con el pendiente de que su esposo y demás hijas lo conocieran; así se lo hizo saber a su secretario en un mail en que mencionó que quería que bendijera su matrimonio de 24 años, pues nunca habían podido oficiarlo por iglesia por no tener dinero “ni para los anillos”.
“Nos contestaron el mail y arrancamos a Roma. Fue todo una locura, porque solo teníamos un mail, que podría haber sido la broma de alguien: ‘los espero a los ocho el 19 de septiembre 9:15 en Casa Santa Marta’”, acota sobre la respuesta por la que, tras pasar por chequeos de seguridad, terminaron esperándolo en una sala.
“En un momento nos hacen parar, empiezan a pasar sacerdotes y aparece con los brazos así -alzados-, grita ‘¡uruguayos!’ y ahí aflojamos (los nervios) (…) Era un abuelo sentado con la familia, hablando de cosas de Uruguay, de Argentina”, rememora sobre la charla que dio pie a la inesperada pregunta sobre si querían ser casados por él.
“Quedamos duros y se mandó un chiste genial. Dijo ‘a la liebre hay que agarrarla cuando está encerrada’ (…) y ahí nos casó”, dice quien explica que, tras su audiencia general, volvió a conversar y los despidió con unas palabras que hasta hoy atesoran: “Nos agarra de la mano y nos dice ‘les voy a decir el secreto del matrimonio feliz y duradero: contigo, pan y cebolla’ y ahí se fue”.
Cumplir y agradecerle
Marcados tanto por ese mensaje, que interpretan como un recordatorio de estar juntos “en las buenas y en las malas” como por la cercanía de un Francisco al que vieron por última vez el pasado septiembre, cuando bendijo el matrimonio de otra de sus hijas, a los Caballero Franco solo les resta, para “cumplir con él”, “agradecerle”.
“Él era un papa que no era de este mundo. Ya hizo lo que tenía que hacer, se enfrentó a lo que tenía que enfrentar y nos deja un nuevo mundo ahora para debatir qué podemos solucionar”, subraya Franco sobre el primer pontífice latinoamericano, cuya muerte, lejos de llorar, su familia tomó con felicidad, porque, acota, “él hoy está al lado de Jesús”.
Sin tener claro por qué fue tan generoso, al punto de dar su visto bueno al mandala gigante de homenaje a las religiones abrahámicas que hoy la familia construye en los terrenos de su emprendimiento turístico, ideado también en honor del argentino, Franco insiste en que solo resta “contar la historia”.
“Sabemos que tenemos que contar su historia, nuestra historia. No solo a los católicos, a los cristianos, sino a la gente que se nos acerca a escuchar. Viene mucha gente a que le contemos esto y es lo que nos queda para hacer”, concluye.
Con información de EFE
Es genial ver cómo el Papa se toma el tiempo para responder a la gente y hacer cosas tan significativas como oficiar matrimonios. Eso muestra que está en contacto con las personas y no solo en su oficina. Sin embargo, a veces siento que hay cosas más urgentes que atender en el mundo. Pero bueno, cada gesto cuenta, ¿no?
Es bonito ver cómo el Papa se toma el tiempo para responder a la gente y hacer cosas tan especiales como oficiar un matrimonio. Eso muestra que, a pesar de su posición, sigue siendo accesible y cercano. Sin embargo, también me pregunto si debería haber más atención a otros temas importantes en lugar de enfocarse en un solo evento.