CIUDAD DEL VATICANO (EFE).— El obispo nicaragüense Rolando Álvarez, condenado en 2023 a más de 26 años de cárcel y expulsado de su país por el gobierno de Daniel Ortega, participa en las reuniones del Sínodo del Vaticano, adonde llegó exiliado en enero pasado.
Monseñor Álvarez reapareció en una fotografía junto al presidente de la Conferencia Episcopal de Costa Rica, Javier Román, con quien comparte mesa en el Sínodo, según recoge el “Servicio de Información Religiosa” (SIR), un medio de los obispos italianos.
El padre Álvarez fue invitado por el papa Francisco a participar en esta reunión de obispos y laicos de todo el mundo, que debatirá temas de calado para la Iglesia hasta el día 27 próximo.
Es el único nicaragüense entre los integrantes de este evento debido a la crisis que afronta el país centroamericano.
Las relaciones del gobierno de Ortega y la Iglesia viven momentos de gran tensión, caracterizadas por la expulsión y encarcelamiento de sacerdotes, la prohibición de actividades religiosas y la suspensión de sus relaciones diplomáticas.
Managua acordó en enero con la Santa Sede el envío al Vaticano de monseñor Álvarez, tras meses negándose a marcharse, y del obispo Isidoro Mora junto a 15 sacerdotes y dos seminaristas nicaragüenses, a los que tenía privados de la libertad.
Por otro lado, participantes en el Sínodo de los Obispos insistieron ayer en que la Iglesia debe hacer más trabajo de “escucha activa” ante los excluidos de los dictados eclesiásticos, como los integrantes de la comunidad LGTB.
“Se ha pedido un mayor diálogo y escucha activa, así como la necesidad de respetar y reconocer al otro para que también este se una al pueblo de Dios”, dijo en la rueda de prensa diaria Paolo Ruffini, prefecto del Dicasterio de Comunicación del Vaticano, en relación a algunas intervenciones que hicieron participantes en la tercera sesión de trabajo del XVI Sínodo de los Obispos que arrancó el miércoles.
Según Ruffini, se pidió “escuchar más profundamente a quienes se encuentran en condiciones de pobreza y sufrimiento, y a las personas que se sienten excluidas de la sociedad y la Iglesia”.
Esto incluye “a los divorciados, marginados y a personas que no encajan con los dictados de la Iglesia como la comunidad LGTB”, destacó el prefecto de la Comunicación vaticana.
Los congregados en esta asamblea del Sínodo de la Sinodalidad, que concluirá el día 27 tras un proceso de preparación que comenzó en 2021 con la meta de ir hacia una Iglesia más inclusiva.
En esta segunda sesión del Sínodo, tras la que hubo en octubre de 2023, participan 368 integrantes, entre ellos 53 mujeres y unos sesenta cardenales.
Otro tema de debate abierto en el seno de la Iglesia y el Sínodo al que también se hizo mención ayer fue el rol de la mujer.
“Se definió como una brecha el hecho de que las mujeres sean vistas como (figuras) consoladoras, y no como alguien que puede predicar” o liderar una institución, agregó Ruffini.
De un vistazo
“Misionera digital”
La religiosa nicaragüense Xiskya Valladares instó ayer a que la Iglesia “no se quede atrás” en el avance tecnológico, aumentando su presencia en el ámbito digital y las redes sociales, un elemento en el que la “misionera digital” trabaja estos días en el XVI Sínodo de los Obispos. “Llevamos trabajando desde que empezó el Sínodo para que la Iglesia comprenda que la sinodalidad y su misión están también en los ambientes digitales”, dijo.