
CIUDAD DEL VATICANO.— Personal del Vaticano está obligado bajo juramento a guardar secreto en torno al cónclave para nombrar al nuevo Papa, bajo la advertencia de que, en caso de no cumplir, el castigo será la excomunión.
Limpiadores y cocineros, doctores y enfermeras, incluso conductores y operadores de ascensores, y todo el personal de apoyo para los cardenales que elegirán al sucesor de Francisco prestó juramento de secreto este lunes.
Juran mantener secreto en torno al cónclave
Unas 100 personas asignadas al cónclave, que comenzará el próximo miércoles 7 de mayo, prestaron sus juramentos en la capilla Paulina del Vaticano, indicó Matteo Bruni, portavoz del Vaticano.
Entre esas personas hay clérigos en papeles de apoyo, incluidos confesores que hablan varios idiomas.
Los propios cardenales prestarán su juramento el miércoles en la capilla Sixtina, antes de emitir sus primeros votos.
Se requiere de una serie de hombres y mujeres laicos para albergar y alimentar a los cardenales. La duración de un cónclave no se puede predecir y sólo concluirá cuando el humo blanco salga de la chimenea de la capilla Sixtina para anunciar que hay Papa.
Cónclave 2025: aislados para mantener el secreto
Todas esas personas estarán aisladas con el fin de que estén disponibles por si se ofrece alguna necesidad médica y también para mantener la majestuosa belleza apropiada para la elección del próximo líder de la Iglesia católica, que cuenta con 1,400 millones de fieles.
De los 133 cardenales que se prevé voten en el cónclave, 108 fueron nombrados por Francisco.
Los cardenales vivirán en residencias dentro de los terrenos de la Santa Sede. Pueden caminar aproximadamente 1 kilómetro hasta la capilla Sixtina o tomar un autobús especial que sólo opera dentro de los terrenos del Vaticano y para eso se necesitan conductores.
En un principio, Bruni indicó que a los cardenales se les pediría dejar sus teléfonos móviles en su residencia en el Vaticano, Santa Marta, pero no les serían confiscados.
Resguardarán los teléfonos de los cardenales
Sin embargo, en una sesión informativa vespertina efectuada horas después, señaló que entregarían sus teléfonos en Santa Marta y sólo se les devolverían al final del cónclave.
El asunto va más allá de sólo cuestiones técnicas, explicó, ya que es un “proceso unido también con la oración, con la meditación, con la reflexión sobre quién podría ser la persona que el Señor identifica como el papa de Roma”.
El Vaticano también planea usar inhibidores de señal en los alrededores de la capilla Sixtina y las residencias para evitar vigilancia electrónica o comunicación fuera del cónclave.
Los gendarmes de la Santa Sede supervisarán las medidas de seguridad.
Excomunión automática si violan el juramento de secreto
Las disposiciones para la toma del juramento están establecidas en la ley vaticana.
San Juan Pablo II reescribió las normas sobre las elecciones papales en un documento de 1996 que sigue en gran medida en vigor, aunque el papa Benedicto XVI lo enmendó dos veces antes de renunciar en 2013.
Endureció el juramento de secreto, dejando claro que cualquiera que revele lo que sucedió dentro del cónclave afronta la excomunión automática.
Es un poco preocupante que el personal del Vaticano tenga que jurar guardar secreto bajo amenaza de excomunión. Está bien que haya cierta confidencialidad en un cónclave tan importante, pero ponerle ese tipo de castigo suena excesivo. Al final, todos son humanos y podrían sentirse presionados. La transparencia siempre es mejor que el miedo, ¿no?