DEIR AL-BALAH, Franja de Gaza, 25 de enero de 2025 (AP).— Los cadáveres llegan todos los día –a veces decenas a la vez– a las morgues de la Franja de Gaza, tras ser extraídos de los escombros que se acumularon durante 15 meses de guerra y de zonas de batallas que durante mucho tiempo fueron demasiado peligrosas para que los equipos de búsqueda y rescate pudieran llegar.
Estos cuerpos, desenterrados cuando entró en vigor un alto al fuego esta semana, son los “desaparecidos” de Gaza, los muertos no contabilizados que atormentan a familias desperdigadas por la guerra.
Para el Ministerio de Salud de Gaza, fueron reducidos a una nota aclaratoria debajo de cada cifra diaria de fallecimientos: “Varias víctimas siguen bajo los escombros y en las calles, y no se puede acceder (a ellas)”.
El domingo 19 de enero, cuando un acuerdo entre Israel y Hamás puso en pausa la guerra más letal en un siglo de conflicto entre israelíes y palestinos, las familias de todo el enclave se apresuraron a reunirse con sus seres queridos: los vivos, los muertos y los desaparecidos. .
Los palestinos se agolparon en las ruinas de los que alguna vez fueron sus hogares y observaron ansiosamente cómo los equipos de defensa civil trabajaban entre los escombros en busca de los cuerpos de desaparecidos.
A diario recuperan de 50 a 120 cadáveres
Cada día del alto al fuego, el Ministerio de Salud registra entre 50 y 120 cadáveres recuperados.
Journalist Hassan Aslih:
The remains of 50 martyrs, some unidentified, arrived at Nasser Hospital morgue in Khan Younis, southern Gaza, recovered by Civil Defense from destroyed homes in Rafah. pic.twitter.com/omEPM8r4I9
— Warfare Analysis (@warfareanalysis) January 21, 2025
“Desde el momento en que comenzó la tregua, buscamos y buscamos”, dijo Samira Alshaar, de 58 años de edad, quien regresó el domingo a la casa de la que huyó nueve meses antes cuando la ciudad sureña de Rafah se vio bajo ataque.
Samira vio cuando su hijo, Ibrahim Qeshta, murió en un bombardeo aéreo antes de que pudiera escapar con ella. “Dejamos a nuestro hijo atrás”, rememoró la mujer.
El miércoles 22 de enero, Abdullah Qeshta, el hermano menor de Ibrahim, excavó con las manos desnudas entre el hormigón bombardeado y las varillas retorcidas, con el rostro brillante de sudor y manchado por el polvo de su vida familiar en esa casa.
Durante tres días, impulsados por la adrenalina y la angustia, él y los trabajadores de la defensa civil dijeron que solo tomaron descansos para las oraciones diarias y dormir.
Perdía la esperanza
Samira, quien observaba, expresó que sentía que perdía la esperanza.
Pero, de repente, los hombres comenzaron a gritar mientras arrojaban piedras y fragmentos de concreto a un lado.
En el suelo había trozos del pijama azul marino de Ibrahim, de 37 años, el mismo que vestía el 6 de mayo de 2024, cuando los ataques aéreos israelíes hicieron que todos salieran en desbandada mientras Ibrahim corría en dirección opuesta y le gritaba a su madre que volvería en un segundo cuando agarraba mantas del interior. Entonces la casa fue impactada y las paredes se derrumbaron sobre él.
“Ese es el cabello de mi hermano. Estoy seguro: es él”, dijo Abdullah Qeshta con voz temblorosa. “Oh Dios, gracias, Dios”.
El cuerpo de Ibrahim estaba en estado de revisión.
Pero en cierto sentido, afirmó Samira, se sentía “satisfecha”. Podía dar a su hijo la dignidad de un entierro apropiado. Podría encontrar un lugar para llorarlo. “Puedes descansar ahora”, le dijo a Ibrahim.
Unos 8,000 desaparecidos en 15 meses de guerra
En una entrevista, Zaher al-Wahidi, funcionario de salud de Gaza, calculó el número de personas desaparecidas y cuerpos no recuperados en alrededor de 8,000, con base en informes de familias sobre sus seres queridos desaparecidos.
Es un cálculo imposible de verificar más de 15 meses después de que Hamás lanzara un ataque transfronterizo contra Israel el 7 de octubre de 2023, secuestrara a unas 250 personas y matara a unas 1,200 —en su mayoría civiles—, lo que desencadenó la campaña de represalia del ejército israelí.
Los muertos en Gaza: 47,283
Sin embargo, los equipos de rescate, los expertos y los grupos de derechos humanos coinciden en que la cifra oficial de muertos del Ministerio de Salud —47,283, hasta el viernes 24 de enero, sin distinción entre civiles y combatientes— es significativamente inferior a la real.
Oficialmente, Israel culpa a Hamás de las numerosas víctimas civiles porque el grupo se incrustó en zonas residenciales.
“Desaparecido” puede significar cuerpos como el de Ibrahim, en descomposición bajo las ruinas o el sol abrasador durante meses, dicen las autoridades.
En partes del norte de Gaza, donde los ataques aéreos israelíes constantes y el fuego cruzado habían bloqueado el paso de las ambulancias y los trabajadores de rescate, los residentes cuentan que hallaron cuerpos humanos hinchados regados por las calles.
Los desaparecidos, dijo al-Wahidi, también incluyen a palestinos asesinados y enterrados antes que pudieran ser identificados, o aquellos que fueron llevados a centros de detención israelíes.
Las familias que aceptan que sus parientes desaparecidos están muertos acuden en masa a las oficinas forenses de Gaza desde que entró en vigor el alto al fuego.
El miércoles 22 de enero, en el principal centro forense de Rafah, los trabajadores envolvían cuerpos y montones pequeños de restos en bolsas para cadáveres de plástico blanco y las colocaban en la acera.
El doloroso reconocimiento de un familiar
Dentro, un hombre que había sido llevado para identificar a un ser querido dio un grito ahogado y parpadeó ante una pila de huesos. Reconoció la bufanda y el zapato de un familiar que fue encontrado con ellos —exactamente quién, no era claro: estaba demasiado angustiado para hablar. Soltó un gemido mientras se inclinaba hacia adelante.
A su vez, los investigadores garabateaban nombres en las bolsas con marcador verde.
Si la identidad permanecía como desconocida, etiquetaban las bolsas con números con la esperanza de que algún día la Franja de Gaza, bloqueada desde hace mucho tiempo, obtuviera las pruebas de ADN que permitieran a las autoridades devolver los muertos no reclamados a sus familias.
“Dejamos las bolsas numeradas en un lugar especialmente designado para que el Ministerio pueda identificarlos en el futuro”, dijo el médico Ahmed Zuhair, director del Departamento de Medicina Forense de Rafah. “Todo lo que podemos hacer es pedir a los organismos internacionales que, por favor, nos ayuden”.
El mismo miércoles 22, las autoridades dijeron que algunos de los cuerpos recuperados salieron a la superficie cuando las lluvias recientes arrastraron capas de tierra o los desenterraron perros salvajes que desgarraron y dispersaron las extremidades de las personas.
Los demás restos fueron hallados después de horas, a veces días, de cavar y arrojar a un lado montañas de escombros con poco más que palas.
Los trabajadores de defensa civil informaron que Gaza no tiene más que tres excavadoras, el tipo de maquinaria pesada necesaria para el trabajo de rescate.
“Necesitamos la ayuda de cientos de especialistas en remoción de escombros y millas de máquinas grandes”, notificó al-Wahidi. De lo contrario, advirtió, “no podremos recuperar los cuerpos”.
A diario busca a su hermano: revisa bolsas de restos
Cada día desde que el alto al fuego está en vigor, Mohammad Deifallah, como decenas de palestinos más, acude al centro forense de Rafah con una esperanza desesperada.
El miércoles 22 de enero abrió una bolsa de cadáver tras otra, mientras se cubría la nariz con una mano debido al hedor.
Mohammad dijo que su hermano, a quien perdió hace 50 días en la caótica búsqueda de un lugar seguro mientras se intensificaban los bombardeos israelíes sobre Rafah, no estaba por ningún lado.
Es muy triste saber que, después de tanto tiempo de conflicto, la situación en Gaza sigue siendo tan dura. Recuperar cuerpos de entre los escombros debe ser un trabajo desgarrador, no solo por lo físico sino por el dolor que eso implica para las familias. La guerra deja cicatrices profundas que tardan mucho en sanar. Ojalá pronto haya una paz duradera y se pongan en marcha soluciones reales para ayudar a la gente.
Es terrible ver lo que está pasando en Gaza. La situación es desgarradora y la cantidad de vidas perdidas es abrumadora. Es impensable que, en pleno siglo XXI, la humanidad siga enfrentándose a conflictos así. La guerra solo deja dolor y sufrimiento, y es momento de que todos busquemos soluciones pacíficas en lugar de seguir alimentando la violencia.