
En la provincia de Qinghai, al noroeste de China, un trágico accidente secularizó por completo la madrugada del 22 de agosto de 2025. Durante una operación de tensado en un puente ferroviario en construcción sobre el río Amarillo, un cable de acero se rompió y provocó el desplome de un tramo de arco metálico de 108 metros. En el momento del colapso, había 16 trabajadores laborando en el sitio; al menos 12 perdieron la vida y cuatro permanecen desaparecidos.
La magnitud de la infraestructura agrava el impacto: se trata del puente de celosía de acero más grande de su tipo, el primero en cruzar el río Amarillo como parte de la ruta ferroviaria Sichuan‑Qinghai, cuya longitud supera los 1.6 kilómetros y cuya plataforma se eleva unos 55 metros sobre el agua.
Las labores de rescate están en curso desde primeras horas. Más de 800 rescatistas, equipados con 91 vehículos, 27 botes, cinco robots y un helicóptero, están desplegados para localizar a los sobrevivientes y desaparecidos, mientras seis hospitales han habilitado canales prioritarios para atender a los heridos. Autoridades del Ministerio de Gestión de Emergencias ya se desplazaron al lugar para coordinar la respuesta, prestar apoyo a las familias y determinar con rapidez las causas del colapso, con el compromiso de evitar tragedias similares en el futuro.
La construcción del puente formaba parte de un ambicioso proyecto de modernización ferroviaria que busca conectar de manera más eficiente el suroeste con el noroeste de China, atravesando zonas montañosas y remotas. La línea Sichuan–Qinghai, donde ocurrió el accidente, es estratégica tanto para el transporte de pasajeros como de carga, por lo que el incidente no solo representa una tragedia humana, sino también un golpe a los planes de infraestructura nacional.