
Postura china reafirmada
El presidente Xi Jinping declaró que el regreso de Taiwán al control de Pekín es una pieza clave del orden internacional surgido después de la Segunda Guerra Mundial. Para el mandatario, cualquier interpretación que cuestione esa visión estaría “distorsionando la historia” y, según él, debilitando los acuerdos que dieron forma al equilibrio geopolítico actual. Su postura reafirma la narrativa oficial de Pekín, que considera a la isla una provincia rebelde y parte innegociable de la integridad del país.
Estas declaraciones surgen en un contexto marcado por la creciente tensión militar en el estrecho, donde China ha incrementado patrullajes aéreos y marítimos. Xi señaló que la reunificación es un proceso “inevitable” dentro del marco del orden posguerra y que representa un compromiso histórico “que no puede retrasarse”. La afirmación se suma a la presión diplomática que China ha ejercido sobre países que mantienen vínculos con Taipéi.
Además, el gobierno chino sostiene que el regreso de la isla es fundamental para mantener la estabilidad asiática, argumentando que cualquier intento de independencia podría desatar una crisis regional. En ese sentido, Pekín insiste en que su postura se apega a los principios acordados al finalizar el conflicto mundial, donde se definió la estructura del orden internacional moderno. Sin embargo, Taiwán rechaza esta interpretación y defiende su autonomía política.

Presión china aumenta
El anuncio de Xi también llega en un momento en el que Estados Unidos ha reforzado sus compromisos de defensa con la isla, avivando el choque de posturas entre las potencias. Analistas internacionales advierten que esta rivalidad podría intensificarse, pues ambos gobiernos ven el futuro de Taiwán como un punto central de su influencia estratégica. Ese escenario mantiene a la región en constante vigilancia y preocupación.
Expertos en derecho internacional remarcan que las referencias al orden posguerra no son tan claras como China plantea. Señalan que los acuerdos de esa época no definieron explícitamente la soberanía de Taiwán, lo que deja espacio para interpretaciones diversas. Esta ambigüedad histórica es precisamente lo que ha permitido que el debate se mantenga vivo durante décadas y siga siendo uno de los temas más sensibles para la diplomacia global.








