En un operativo de rutina que se transformó en una importante captura, elementos de la Secretaría de Seguridad Pública (SSP) de Yucatán detuvieron en el fraccionamiento Ciudad Caucel a Víctor Rodríguez, alias «El Pecas». Conocido distribuidor de drogas y originario de Chetumal, El Pecas era un prófugo de la justicia en Quintana Roo desde el año 2019. Su arresto, junto al de su pareja sentimental, Anel «La Güera», y dos lugartenientes, pone fin a una búsqueda de años y demuestra que la capital yucateca no es un refugio seguro para los criminales.
La detención se llevó a cabo cuando la policía de sector, en labores de vigilancia, notó que un vehículo Lincoln MKZ con placas de Quintana Roo circulaba de manera sospechosa, dando vueltas repetidamente en la misma zona. Al marcarle el alto, los cuatro ocupantes, encabezados por El Pecas y su esposa, mostraron una actitud agresiva hacia los oficiales. Esta reacción inmediata encendió las alarmas de los elementos, quienes procedieron a una revisión que revelaría el motivo de su nerviosismo.
Tras la inspección del vehículo y de los individuos, los policías descubrieron una réplica de arma de fuego, un tubo y un bate metálicos. Aunque los objetos por sí mismos no implicaban una acusación grave, la actitud de los detenidos y el historial de Víctor Rodríguez eran más que suficientes para ponerlos a disposición de la Fiscalía General del Estado (FGE). La captura en Mérida, a más de 300 kilómetros de su base de operaciones, subraya un patrón de movimientos del crimen organizado que se extiende más allá de sus territorios habituales.
Un operativo de rutina que terminó con la captura
La detención de El Pecas fue el resultado de la perspicacia y el trabajo de campo de los policías. A las 21:30 horas, la tripulación de una patrulla se percató del vehículo, lo siguió a distancia y esperó el momento adecuado para intervenir, sin generar un enfrentamiento peligroso. La mujer al volante detuvo el coche, pero la agresividad con la que los tres hombres, entre ellos El Pecas y sus dos lugartenientes, confrontaron a los agentes confirmó las sospechas de que no se trataba de un grupo inofensivo.
Historial delictivo y las amenazas que lo perseguían
La fama de Víctor Rodríguez en el ámbito del narcotráfico no es reciente. Su nombre ha aparecido en diversos reportes policiales en Quintana Roo, y es un viejo conocido de las autoridades. El septiembre de 2019, él y su pareja Anel sufrieron un ataque a balazos en el centro de Chetumal, del que milagrosamente lograron salir ilesos. Meses después, en noviembre de 2020, una narco-manta apareció colgada en la capital del estado, amenazando directamente a El Pecas y acusándolo de mover «kilos» de droga sin la autorización de los «dueños de la plaza». Estos incidentes sugieren que su huida de Quintana Roo fue un intento desesperado por escapar de una guerra de cárteles.
La captura de El Pecas en Mérida plantea una pregunta crucial para las autoridades de Yucatán: ¿se está convirtiendo la ciudad, conocida por su seguridad, en un refugio para criminales que huyen de la violencia en el sureste mexicano? El hecho de que un narcotraficante buscado desde hace años haya podido vivir y operar en la capital yucateca, incluso con lugartenientes y armamento, es una señal de alarma. Esta situación exige una revisión constructiva de las estrategias de seguridad, reforzando la inteligencia y la coordinación con los estados vecinos para evitar el «efecto de rebote» de la delincuencia organizada que podría poner en riesgo la paz social de la península.
El arresto de El Pecas no es un hecho aislado, sino que se enmarca en un fenómeno de «derrame» criminal que ha comenzado a afectar a Yucatán. Tradicionalmente considerada un oasis de seguridad, la entidad ha visto un aumento en la presencia de individuos y células delictivas que buscan refugio de las violentas disputas por el control de la plaza en estados como Quintana Roo. La impunidad con la que el narcotraficante operaba en Ciudad Caucel, un fraccionamiento en constante crecimiento y con una alta densidad de población, es un claro indicio de la necesidad de reforzar los protocolos de inteligencia policial y de coordinación interinstitucional. La detención de este fugitivo, si bien es un éxito para la SSP, es también un recordatorio de que la seguridad de Yucatán es un bien frágil que debe ser protegido de manera proactiva, enfrentando la amenaza del crimen organizado con estrategias más allá de la vigilancia de rutina.
