
23 JULIO 2025- INTERNACIONAL-Bryan Kohberger, estudiante de doctorado en criminología, fue condenado este miércoles a cadena perpetua por el asesinato de cuatro estudiantes universitarios en Idaho, ocurrido en noviembre de 2022. La sentencia incluye cuatro penas perpetuas, una por cada víctima, más 10 años adicionales por robo. Kohberger, de 30 años, se declaró culpable recientemente para evitar la pena de muerte, en un caso que ha capturado la atención del país por la brutalidad del crimen y la juventud de las víctimas. El hecho ocurrió en la ciudad de Moscow, donde las víctimas compartían una casa cerca del campus universitario.
La investigación reveló pistas clave
Las víctimas, Xana Kernodle y Ethan Chapin, ambos de 20 años, y Kaylee Goncalves y Madison Mogen, de 21, fueron asesinadas durante la madrugada. Aunque otros dos compañeros se encontraban en la casa, no sufrieron daños. Las autoridades determinaron que no hubo entrada forzada, lo que desconcertó aún más a la comunidad. Un testimonio clave provino de una compañera que escuchó ruidos y vio a una figura vestida de negro salir de la casa. Posteriormente, un sedán blanco visto cerca de la escena se convirtió en pista fundamental: estaba registrado a nombre de Kohberger.

La evidencia principal fue una funda de cuchillo con ADN del acusado hallada en la escena del crimen. Además, durante un cateo a la casa de su familia en Pensilvania, las autoridades recuperaron varios objetos que reforzaron la acusación: un cuchillo, un arma, guantes, una gorra y una máscara facial negra. Aunque Kohberger no tenía relación conocida con las víctimas, la policía sostuvo que su comportamiento era consistente con un acto premeditado. El acusado inicialmente se declaró inocente, pero las pruebas forenses fueron contundentes.
Uno de los puntos más polémicos del proceso fue el intento de la defensa de eliminar la pena de muerte como opción, argumentando que Kohberger padece autismo. No obstante, el acuerdo final evitó esa condena, asegurando en su lugar que pasará el resto de su vida en prisión. Este resultado abre nuevamente el debate sobre el uso de la pena capital y la capacidad del sistema judicial para equilibrar justicia, salud mental y derechos procesales.

El caso también ha puesto en foco la necesidad de reforzar la seguridad en campus universitarios. Diversos expertos y autoridades académicas han pedido protocolos más estrictos, así como acompañamiento psicológico para estudiantes ante este tipo de tragedias. La comunidad universitaria de Idaho continúa lidiando con el trauma, organizando homenajes a las víctimas y exigiendo medidas para prevenir nuevos casos.