
La emblemática bebida Boing, orgullo de la cooperativa Pascual, podría estar atravesando uno de los momentos más difíciles de su historia. Tras la entrada en vigor del nuevo impuesto a las bebidas azucaradas, la empresa enfrenta una fuerte caída en sus ventas y se estima que más de 4,500 empleos estarían en riesgo.
La noticia ha generado preocupación nacional, ya que Boing no solo representa una marca tradicional, sino también un símbolo de lucha obrera y esfuerzo colectivo en México.Fundada a mediados del siglo pasado, la cooperativa Pascual surgió tras una huelga histórica en los años 80, cuando los trabajadores decidieron tomar el control de la empresa luego de que los antiguos dueños se negaran a mejorar las condiciones laborales. Desde entonces, Boing se convirtió en un ejemplo de autogestión y perseverancia, logrando mantenerse a flote en un mercado dominado por grandes corporaciones. Hoy, sin embargo, su supervivencia parece depender de su capacidad para adaptarse a las nuevas políticas fiscales.
Un impuesto que amenaza a Boing y a miles de familias
El nuevo impuesto a las bebidas azucaradas fue implementado con el objetivo de reducir el consumo de productos con alto contenido de azúcar y mejorar la salud pública. Sin embargo, para empresas como Boing, cuya base de productos se centra en jugos y bebidas endulzadas, la medida ha representado un golpe económico considerable.
A diferencia de las grandes multinacionales, la cooperativa carece de los recursos financieros para absorber el impacto o rediseñar su fórmula de manera inmediata.Economistas señalan que esta política fiscal podría provocar un efecto colateral indeseado: la pérdida de empleos y la desaparición de pequeñas y medianas empresas mexicanas. Boing emplea directamente a más de 4,500 personas y beneficia indirectamente a miles de familias a través de su red de distribución y producción en todo el país.
El valor social y emocional de Boing para los mexicanos
Para muchos mexicanos, Boing es más que una simple bebida. Es el sabor de la infancia, los recreos en la escuela y las tienditas de la esquina. Su desaparición representaría no solo una pérdida económica, sino también cultural. La marca ha sido reconocida durante décadas por mantener precios accesibles y promover valores de solidaridad, equidad y trabajo en equipo entre sus socios.
En redes sociales, usuarios han comenzado a manifestar su apoyo a la cooperativa con mensajes de nostalgia y solidaridad. Algunos proponen boicots simbólicos contra bebidas extranjeras o campañas para incentivar el consumo nacional. “Boing es parte de nuestra historia, no puede desaparecer”, escribió una usuaria en X (antes Twitter), reflejando el sentir de muchos consumidores.
El desafío de reinventarse sin perder su esencia








