
La esperada boda de Selena Gomez y Benny Blanco finalmente sucedió el pasado 27 de septiembre, y ya se han filtrado imágenes del recinto que albergó esta ceremonia que promete dar mucho de qué hablar. El lugar elegido fue Sea Crest Nursery, una propiedad privada de 70 acres al norte de Santa Bárbara, utilizada como vivero, donde los novios transformaron el escenario en un complejo elegante con carpas interconectadas, palmeras y senderos diseñados para que los invitados vivieran una experiencia única.
Las fotografías, captadas desde el aire, muestran una plataforma construida especialmente para la ocasión, situada a 70 pies de altura con vistas al litoral de Goleta. La pareja aprovechó la altura y el entorno para garantizar privacidad, espectacularidad y una vista panorámica inolvidable. Los invitados fueron recibidos a través de pasillos cuidadosamente ambientados y se dispusieron distintos espacios bajo carpas para que cada momento de la celebración fuera cómodo y especial.
Se dice que la organización de seguridad fue rigurosa: se invirtieron alrededor de 300 mil dólares para proteger el evento, con utilización de vehículos blindados y furgonetas para transportar a los asistentes. Algunos invitados se hospedaron en el lujoso El Encanto Hotel, ubicado también en Santa Bárbara. En total, se habla de aproximadamente 170 personas presentes en la ceremonia y posterior celebración.
Invitados de lujo
Entre los asistentes destacaron personalidades como Taylor Swift, que ofreció un emotivo discurso, Paris Hilton, Camila Cabello, Cara Delevingne, SZA, Eric André y Finneas. En la cena previa, Steve Martin y Martin Short, compañeros de Selena en Only Murders in the Building, también compartieron palabras con los novios. Otros invitados famosos incluyeron a Paul Rudd, Édgar Ramírez y Zoe Saldaña.
La recepción tuvo lugar bajo una gran carpa blanca, donde los novios y sus invitados festejaron hasta altas horas de la noche. Una fuente le dijo a People que “el ambiente era divertidísimo”, y que tanto Selena como Benny no podían dejar de sonreír durante toda la fiesta.
Aunque esta boda se presenta como un momento íntimo entre dos figuras muy públicas, el despliegue logístico, la inversión en seguridad y el listado de celebridades sugieren que también fue un espectáculo cuidadosamente orquestado. La necesidad de blindar el evento, controlar el acceso y preservar la privacidad refleja la tensión entre el deseo de compartir el acontecer con el público y la prioridad de mantener límites personales. Es legítimo preguntarse si una boda de esta magnitud permite verdaderamente una experiencia íntima para los novios o si el entorno mediático impone un estilo de celebración casi teatral.
Otro punto para reflexionar es el costo ecológico y social de eventos tan ostentosos en propiedades naturales como un vivero de 70 acres. La transformación para la ocasión, el traslado masivo de personas y manejo de recursos deben medirse frente al impacto ambiental y la responsabilidad que figuras de alto perfil pueden asumir al elegir locaciones sensibles.