
ESTADOS UNIDOS (AP).— La posibilidad de que Irán bloquee el Estrecho de Ormuz como represalia por los ataques de Estados Unidos a instalaciones nucleares ha encendido las alertas de la comunidad internacional, dada la importancia crítica de esta vía para el comercio global de petróleo y gas.
El estrecho, de apenas 33 kilómetros en su punto más angosto, conecta el Golfo Pérsico con el Mar Arábigo y es utilizado por los mayores buques petroleros del mundo. A diario lo atraviesan más de 20 millones de barriles de crudo, lo que representa cerca del 20% del consumo mundial.
Las tensiones aumentaron tras la ofensiva estadounidense del fin de semana contra tres sitios nucleares en territorio iraní. Se teme que Teherán utilice su arsenal naval —que incluye lanchas rápidas, misiles y minas— para bloquear la ruta marítima y golpear los mercados energéticos.
Irán tiene capacidad para hacer intransitable temporalmente el estrecho. Su base naval en Bandar Abbas y su costa en el Golfo Pérsico le permiten lanzar ataques desde tierra, como ya hacen sus aliados en el Mar Rojo.
Sin embargo, un cierre total tendría graves consecuencias para Irán. Cortaría sus propias exportaciones de petróleo, en especial hacia China, su principal cliente, y afectaría a países árabes vecinos que han mostrado cierto respaldo político en el actual conflicto.
Además, bloquear el Estrecho afectaría aguas territoriales de Omán, nación que ha fungido como mediadora entre Irán y Occidente, lo que aislaría aún más a Teherán diplomáticamente.
A nivel económico, los analistas coinciden en que un cierre del Estrecho podría disparar temporalmente el precio del petróleo hasta los 120 o 130 dólares por barril, generando un golpe inflacionario en todo el mundo. No obstante, consideran improbable que se prolongue.
“Los precios subirán de inmediato, pero si el conflicto no se sostiene, bajarán rápidamente”, apuntó Homayoun Falakshahi, analista de Kpler. Estados Unidos y otros actores tienen un interés vital en mantener abierta la ruta marítima.
Asia sería la región más afectada, pues el 84% del petróleo que cruza el Estrecho va a esa zona, con China, India y Japón como principales compradores. Aun así, Pekín cuenta con reservas que le permitirían aguantar dos meses y medio sin nuevas entregas.