
30 OCTUBRE 2025-INTERNACIONAL-En una reunión celebrada al margen de la cumbre del Asia–Pacific Economic Cooperation (APEC) summit en Corea del Sur, Donald Trump y Xi Jinping anunciaron avances clave para resolver la disputa comercial entre Estados Unidos y China, las dos mayores economías del mundo. Trump declaró que se había acordado “prácticamente todo” y que pronto firmarían un pacto comercial, mientras que Xi habló de un consenso para atender “importantes cuestiones económicas y comerciales”.
Entre los elementos acordados figura que China suspenderá por un año la aplicación de amplios controles a la exportación de minerales de tierras raras, y que EE.UU. reducirá los aranceles vigentes sobre las importaciones chinas en aproximadamente un 10 %. Trump mencionó además que China se comprometería a incrementar las compras de soja estadounidense, mientras que Beijing dijo que ambos países ampliarían el comercio agrícola.
La reunión duró alrededor de una hora y cuarenta minutos, la primera entre ambos líderes desde hace seis años, y pareciera señalar un deseo de estabilizar la relación bilateral. Trump elogió a Xi como “gran líder de un gran país” y Xi afirmó que ambos podían “prosperar juntos”.

No obstante, analistas advierten que estos avances no implican una resolución de fondo. Las barreras estructurales, como los subsidios industriales chinos, el acceso limitado de EE.UU. a tecnologías chinas y el desequilibrio comercial, siguen sin abordarse de forma completa. Esta tregua parece más una pausa estratégica que una solución definitiva.
Desde una perspectiva global, esta apertura beneficia los mercados, al disminuir temporalmente las tensiones arancelarias que habían alcanzado niveles históricos. Según la World Trade Organization (OMC), una escalada prolongada en la guerra comercial entre ambas potencias podría reducir el PIB global hasta en un 7 %.

El acuerdo podría acelerar la reorientación de flujos logísticos, en especial para productos tecnológicos y agrícolas. Además, se espera que genere incentivos para que otras naciones impulsen rutas alternativas en Asia-Pacífico y América Latina, reduciendo la dependencia directa de EE.UU. y China como únicos hubs de comercio mundial.
Aun con estas perspectivas, queda pendiente la implementación detallada del acuerdo y la verificación de compromisos por ambas partes. Las empresas afectadas siguen cautelosas, y muchos mercados advierten que la verdadera prueba será si los cambios se sostienen a mediano plazo, no solo durante un año.






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