
CIUDAD DE MÉXICO.— Ayer entró en vigor en Estados Unidos el aumento al 50% del arancel a las importaciones del acero y el aluminio. El presidente estadounidense, Donald Trump, afirma que busca fortalecer a las industrias locales, pero en el sector no todos opinan lo mismo.
En un decreto que entró en vigor a las 00:01 locales, Trump justificó el aumento del 25% al 50%. “Aunque los aranceles previamente impuestos al acero y al aluminio han contribuido a un importante apoyo a los precios en el mercado estadounidense, aún no han permitido que estas industrias desarrollen y mantengan una tasa de utilización de la capacidad de producción necesaria” para su viabilidad a largo plazo, afirma el decreto.
El aumento “proporcionará un mayor apoyo a estas industrias y reducirá o eliminará la amenaza para la seguridad nacional que suponen las importaciones de artículos de acero y aluminio y sus derivados”, se lee en el texto.
Más consumo que producción: aranceles encarecerían los costos de fabricación
EE.UU. consume más acero del que produce. En 2024, Estados Unidos importó alrededor de la mitad del acero y el aluminio utilizados en el país. El Instituto del Hierro y el Acero de Estados Unidos (AISI, por sus siglas en inglés), importante grupo comercial en el país, señala que proteger a la industria del acero es clave.
“Seguimos consumiendo más acero del que producimos en Estados Unidos”, afirmó, en declaraciones reproducidas por CNN, Lourenco Goncalves, Consejero Delegado de Cleveland Cliffs, uno de los principales fabricantes de acero estadounidenses, y Presidente del AISI.
Según él, elevar los aranceles al 50% sólo supondría un aumento de 300 dólares (unos 5 mil 760 pesos) en el coste de fabricación de un coche. “El costo medio de un coche es de 48 mil dólares (unos 922 mil pesos). Con 300 dólares más, son 48 mil 300 dólares (casi 928 mil pesos). Ese no va a ser el factor decisivo para que una persona compre o no un coche”, dijo en una rueda de prensa el martes.
En cambio, la Asociación del Aluminio externó su preocupación respecto de que el arancel perjudique, más que ayudar, al cortar el suministro de aluminio en bruto de Canadá del que dependen muchas fábricas de acabado en EE.UU.
Estas fábricas, señala CNN, representan la mayor parte de los puestos de trabajo de la industria estadounidense del aluminio.
El Instituto de Fabricantes de Latas, un grupo comercial de la industria, dijo que los fabricantes de latas importan casi 80% del acero para hojalata debido a la reducción de la producción nacional de ese tipo de acero.
Afirmó que el aumento de los aranceles “incrementará aún más el coste de los productos enlatados”, como alimentos y bebidas. Los consumidores lo verán reflejado, tarde que temprano. Impuestos al acero impactarán a empleos, advierten.
Los expertos también advierten de que hay más puestos de trabajo en peligro en los fabricantes que utilizan acero y aluminio que los que quedarían protegidos por los aranceles.
“Es una política realmente perjudicial por excelencia, hay (al menos) 50 veces más trabajadores… en industrias que usan acero, como los coches, que en la industria en sí del acero”, dijo Larry Summers, director del Consejo Económico Nacional durante la administración de Barack Obama, a CNN.
“El efecto neto de esta medida será la destrucción de puestos de trabajo en el sector manufacturero. El efecto neto de esto va a ser subir los precios al consumidor”, agregó.
Piezas de aeronaves
En otro flanco de la guerra comercial, el secretario de Comercio de Estados Unidos, Howard Lutnick, dijo ayer que la administración Trump está estudiando la posibilidad de imponer aranceles a piezas de aeronaves fabricadas fuera del país.
“Esperamos que, probablemente a finales de mes, tengamos un análisis y establezcamos el estándar para los aranceles a las piezas de aeronaves. Lo discutiremos con el presidente (Trump), estudiaremos el análisis y consideraremos qué hacer”, señaló Lutnick durante una audiencia en el Senado.
El secretario insistió, en sintonía con el mensaje de Trump, que la “clave” de la guerra arancelaria es “proteger la industria” y asegurarse de que los socios comerciales de EE.UU. traten al país “de manera justa”.
“Utilizaremos estas herramientas para mejorar la industria estadounidense”, indicó Lutnick, considerado uno de los principales arquitectos de la actual política comercial estadounidense.
Subir los aranceles puede sonar bien para proteger la industria local, pero al final, los que pagamos las consecuencias somos los consumidores. Los precios de los autos y otros productos van a subir, y eso no es justo. Además, si se pierden empleos, ¿de qué sirve todo esto?
Subir los aranceles puede sonar bien para proteger la industria local, pero al final, los que terminan pagando son los consumidores. Los precios de los autos y otros productos van a subir, y eso no le conviene a nadie. Es una medida que puede generar más problemas de los que resuelve.
Subir los aranceles puede sonar bien para proteger la industria local, pero al final, los que pagamos somos los consumidores. Los precios de todo van a subir y eso no ayuda a nadie. Además, si se pierden empleos, ¿de qué sirve?