
Durante su participación en el podcast Cara a Cara, Ana Serradilla rompió el silencio y desmintió con firmeza los persistentes rumores sobre su matrimonio falso con el financiero Raúl Martínez Ostos. La actriz señaló que durante casi ocho años de relación nunca había aclarado ciertos comentarios que se difundieron al inicio de su noviazgo. “Se inventaron muchas cosas”, afirmó, y precisó que algunos de esos rumores le resultaron dolorosos.
En aquella charla con la conductora Cora Nelda González, acompañada por su amiga Iliana Fox, Ana relató cómo comenzó su historia de amor. Explicó que Raúl ya llevaba más de cuatro años divorciado de la actriz Martha Cristiana cuando iniciaron su relación, con lo cual desmintió las versiones que señalaban que ella “le bajó el marido” a una amiga cercana. “Se decía que yo le bajé el marido a mi mejor amiga”, relató, negando categóricamente esa versión que se manejaba.
Ella subrayó que Martha Cristiana no era su “mejor amiga”, sino una compañera con quien siempre mantuvo una relación cordial: “Eso era falso”, dijo con calma. También abordó el rumor sobre los hijos de su esposo, quienes hoy tienen 23 y 19 años. Según la actriz, algunos aseguraban que ella quería “robarlos” o desplazarlos de su madre original. “Decían que se los quería robar a su mamá”, comentó, aunque dejó claro que ese tipo de acusaciones no tenían cabida en la realidad.
Una madrastra con corazón
Ana, con gran sinceridad, expuso su papel como madrastra. Aclaró que, por razones físicas, no pudo ser madre biológica, luego de intentarlo sin éxito. Aun así, enfatizó que sus hijastros la ven como madre: “Hoy por hoy me llaman mamá”, confesó. Ese reconocimiento le resulta tan valioso como cualquier vínculo de sangre. Además, agradeció públicamente a Martha Cristiana por “prestarle” a sus hijos, pues gracias a eso pudo experimentar lo que implica ser madre en otro sentido.
A lo largo de la conversación, el público pudo conocer más sobre los retos y las críticas que han enfrentado como pareja. Ana reveló que, en ocasiones, se ha sentido juzgada por no verse reconocida como adulta por los hijos al principio: “No me veían ni como un adulto, cero respeto”, dijo. Pero con el paso del tiempo, la convivencia y el afecto han sentado una base sólida: “Nos queremos mucho, les agradezco”, comentó, reflejando un lazo de respeto mutuo.