
15-Agosto-2025.-.En Anchorage, Alaska, el ambiente es de tensión y descontento ante la llegada del presidente ruso Vladímir Putin y su homólogo estadounidense Donald Trump para una reunión clave sobre el conflicto en Ucrania. Entre banderas azules y amarillas, decenas de residentes salieron a las calles para expresar su rechazo a la cumbre, en la que el presidente ucraniano Volodímir Zelensky no fue invitado.
Hanna Correa, de 40 años, quien dejó Ucrania en 2019 y ahora vive en Anchorage, dijo sentirse conmovida al ver a tantos estadounidenses apoyando a su país. “Cuando entré al estacionamiento y vi a tanta gente apoyando, me puse a llorar”, comentó. Sin embargo, no esconde su decepción: “Es muy triste que Zelensky no esté aquí”.
A solo 30 minutos de donde se celebra la cumbre, la indignación crece entre manifestantes como Christopher Kelliher, veterano militar de 53 años y nativo de Alaska. “Es asqueroso, te dan ganas de darte una ducha”, dijo sobre la reunión. “Putin no debería estar en nuestro estado, mucho menos en nuestro país. Tenemos a un idiota en la Casa Blanca que se arrodillará ante este tipo”.
La cumbre, que se desarrolla en la base aérea de Elmendorf-Richardson, ha sido criticada no solo por la exclusión de Ucrania, sino también por la imagen que proyecta: un encuentro entre dos líderes con relaciones tensas con Europa, pero sin la participación directa del país más afectado por la guerra.
Para muchos en Anchorage, la reunión es vista como un “circo geopolítico” que convierte su ciudad en el escenario de una negociación con repercusiones globales. Los manifestantes coinciden en que, aunque esperan avances hacia la paz, no confían en que un diálogo sin la presencia ucraniana pueda dar resultados legítimos o duraderos.