15 de Diciembre del 2025.- Un reciente informe publicado por el diario The Washington Post ha encendido las alertas sobre el estado crítico en el que se encuentra el sistema energético de Ucrania, citando a diversos funcionarios y analistas expertos en el tema. Según la información divulgada, la capacidad del país para mantener el suministro eléctrico está llegando a un punto de quiebre absoluto, lo que podría dejar a millones de personas sin luz en pleno invierno. Las fuentes consultadas indican que la situación es mucho más grave de lo que se percibe superficialmente, describiendo un escenario donde la recuperación de la red se vuelve cada día más compleja y costosa debido a la magnitud de los daños acumulados.
Desde el pasado mes de octubre, la infraestructura energética ha sido el blanco principal de una serie continua de ataques aéreos realizados con drones y misiles de largo alcance. Estos bombardeos han golpeado puntos neurálgicos de la red, provocando cortes de luz significativos y prolongados que afectan a prácticamente todo el territorio nacional. La frecuencia y la precisión de estos ataques han impedido que las cuadrillas de reparación puedan estabilizar el servicio, generando un ciclo constante de destrucción que debilita la resistencia de las instalaciones eléctricas restantes y agota los recursos disponibles para su mantenimiento.
El reporte destaca un riesgo estructural gravísimo para el sistema energético: la posibilidad real de que el país quede dividido en dos zonas eléctricas desconectadas entre sí. Actualmente, la mayor parte de la electricidad se produce en el oeste de Ucrania, pero debe ser transportada hacia el este a través de largas líneas de transmisión que están siendo sistemáticamente atacadas. Si estas líneas fallan por completo, la energía no podrá llegar a las zonas orientales, lo que, según advierten las fuentes conocedoras de la situación, causaría un aislamiento catastrófico de las regiones más cercanas al frente de batalla.
Riesgo de división y apagones
Ante este panorama desolador, un alto diplomático europeo ha lanzado una advertencia contundente, señalando que la región oriental de Ucrania está «si no al borde, al menos muy cerca» de sufrir un apagón total e indefinido. Esta declaración subraya la fragilidad del sector energético ucraniano, que lucha por mantener el flujo de electricidad hacia las zonas industriales y residenciales del este. La preocupación internacional crece ante la posibilidad de que grandes ciudades queden completamente a oscuras, lo que desencadenaría una crisis humanitaria adicional en medio del conflicto armado que vive la nación.
La empresa estatal Ukrenergo ha proporcionado datos alarmantes que ilustran la magnitud de la ofensiva contra la red energética nacional. Entre los meses de octubre y diciembre de este año, se han registrado ocho ataques masivos coordinados, además de bombardeos casi diarios contra instalaciones individuales. Una persona familiarizada con la crisis aseguró que incluso la capital, Kiev, se encuentra «a un paso de un apagón total», lo que demuestra que ninguna zona está a salvo del colapso inminente que amenaza con paralizar la vida cotidiana y los servicios esenciales en los centros urbanos más importantes.
Por otro lado, la situación de la generación de electricidad es crítica, ya que en noviembre se informó que todas las centrales térmicas estatales han dejado de funcionar, eliminando una parte vital del sistema energético. Sin la capacidad de estas plantas para generar energía, la dependencia de otras fuentes se vuelve absoluta, dejando al país sin margen de maniobra ante picos de demanda o nuevas fallas. La inactividad de estas centrales térmicas significa que no hay generación de respaldo, lo que hace que cada torre de transmisión caída tenga un impacto mucho más severo e inmediato en la población.
Justificación de las ofensivas
En respuesta a las críticas internacionales por la situación del suministro energético, el Ministerio de Defensa de Rusia ha reiterado en múltiples ocasiones que sus objetivos son estrictamente militares. Según la versión oficial de Moscú, los ataques se dirigen contra instalaciones que sirven directamente a los intereses de las Fuerzas Armadas de Ucrania y a su logística de combate. Argumentan que golpear estas infraestructuras es una táctica necesaria para debilitar la capacidad operativa del ejército ucraniano y frenar el transporte de armamento y tropas hacia el frente.
