
18 de Julio del 2025.- El diputado local por Quintana Roo, Renán Sánchez Tajonar, alertó sobre los posibles daños ambientales que estaría provocando el uso desregulado de motos acuáticas en la laguna de los siete colores, ubicada en el municipio de Bacalar. Durante una visita reciente, el legislador se reunió con habitantes de la zona y llamó a tomar acciones concretas para proteger este cuerpo de agua, considerado uno de los principales atractivos naturales del estado.
En su mensaje, Sánchez Tajonar señaló que no se trata únicamente de una preocupación estética o turística, sino de un problema ambiental de fondo. Advirtió que las motos acuáticas generan derrames de combustibles, ruido excesivo y afectan directamente la fauna del lugar, lo que representa un riesgo a corto y largo plazo para el equilibrio ecológico de la laguna.
“Yo soy de Cozumel, pero represento a todo Quintana Roo. Y Bacalar también es mi casa. Aquí no vengo a turistear, vengo a cuidar”, expresó el diputado, dejando claro que su posicionamiento no se limita a lo político o electoral, sino a una responsabilidad más amplia hacia el territorio estatal y sus recursos naturales.
Además, invitó a la población a participar activamente en la discusión pública sobre este tema, utilizando plataformas digitales como redes sociales para opinar y proponer soluciones. “¿Tú también amas Bacalar? ¿Estás a favor o en contra de las motos acuáticas? Te leo en los comentarios”, publicó, buscando abrir el debate más allá de los círculos políticos o ambientales tradicionales.
A pesar de que Bacalar es una zona de alta relevancia ecológica y turística, existe un vacío regulatorio evidente en torno al uso de vehículos motorizados acuáticos. No hay lineamientos claros ni mecanismos efectivos de monitoreo ambiental, lo que permite que prácticas como las motos acuáticas operen sin control alguno. Esta falta de reglas y supervisión pone en jaque no solo la biodiversidad de la laguna, sino también su futuro como atractivo turístico sustentable.
La situación exige una coordinación entre autoridades municipales, estatales y federales, así como la actualización de normativas ambientales locales. De lo contrario, acciones aisladas o posicionamientos individuales podrían quedarse en lo simbólico y no traducirse en resultados tangibles. La pregunta central que se plantea es: ¿puede Bacalar seguir siendo un ejemplo de turismo sustentable sin un marco legal que respalde su protección?