Advertencia: esta serie de entregas contiene relatos gráficos que pueden resultar ofensivos o perturbadores para algunas personas, o si eres menor de edad te recomendamos mejor buscar otro tipo de material. Todos los datos contenidos forman ya parte de la historia negra de los respectivos países
Niñez. Etapa de la vida que según la literatura debería ser la más feliz, pero no aplica en todos los casos por diversas razones.
Factores que marcan la vida de un niño
A algunos se les arruinó la infancia por el maltrato, las carencias o enfermedades y a otros la violencia sexual les robó la niñez.
Todos los anteriores motivos podrían dar como resultado un adulto resentido que replica su historia de maltrato, aunque no es una regla.
El Día del Niño se acerca y sin más preámbulo vamos a hacer un repaso de algunos casos en que la desdicha dio como resultado niños-adolescentes llenos de maldad, y en algunos fue tal que llegaron a la tortura u homicidios atroces.
Los detalles gráficos se exponen para entender por qué las acciones infantiles horrorizaron al mundo.
Hablaremos de cuatro casos registrados en varias partes del mundo, en orden ascendente, y cerraremos con un caso que cimbró a México hace nueve años.
Jesse Pomeroy, “El Sádico Bribón”
Jesse Harding Pomeroy, es considerado la persona más joven condenada por delito de asesinato en primer grado en la historia de Commonwealth, Massachusetts, en Estados Unidos.
Conocido solo como Jesse Pomeroy, comenzó su carrera criminal en 1871 cuando tenía 12 años, secuestró y torturó a ocho niños de entre cuatro y ocho años y asesinó a otros dos, de 10 y 4 años, en ese orden.
El primero fue William Paine, de cuatro años, quien fue hallado un día de diciembre de 1871 en una pequeña cabaña colgando de las manos, que estaban atadas con una cuerda suspendida del techo del lugar. Su espalda estaba cubierta de laceraciones. No se denunció a su atacante.
El siguiente fue Tracy Hayden, de siete años, en febrero de 1872. Pomeroy lo ató y torturó. Del ataque, Hayden resultó con los ojos morados, los dientes frontales rotos, la nariz rota y el torso cubierto de heridas. Tras este episodio la policía solo pudo enterarse que el atacante era un muchachito de cabello castaño.
Otros ataques de Jesse Pomeroy
A mediados de abril de 1872, Pomeroy atacó a un niño de ocho años, Robert Maier. Lo desnudó casi por completo y mientras lo golpeaba con una vara lo obligaba a maldecir. Maier reportó que mientras Pomeroy lo torturaba, se masturbaba.
La policía comenzó a actuar interrogando a numerosos adolescentes de cabello castaño. Por alguna razón desconocida, la descripción de “El Sádico Bribón”, como fue llamado desde entonces el adolescente que atormentaba a los niños de Boston, derivó en la de un adolescente pelirrojo de barba.
El siguiente ataque, a mediados de julio, fue contra un niño desconocido de siete años de edad, quien sufrió el mismo tratamiento que a los demás: una feroz paliza mientras Pomeroy se autocomplacía. Esta vez la policía ofreció una recompensa de 500 dólares a quien ayudara en la captura.
En ese momento, Ruth Pomeroy, la madre de Jesse, decidió que su familia se mudara al sur de Boston. Hay versiones que indican que ella sospechaba de la posible responsabilidad de su hijo en los recientes ataques a infantes. Sin embargo, Ruth siempre permaneció fiel a su hijo, y negaría las imputaciones formuladas contra él.
“El Sádico Bribón” aumentó el nivel de violencia
Los ataques de Pomeroy siguieron. Desnudó, ató a George Pratt y lo azotó sin misericordia con un cinturón. Esta vez elevó el nivel de sus atrocidades, mordiéndole la mejilla y arañándolo profundamente en la piel.
Varias veces le enterró una larga aguja en diversas partes del cuerpo. Intentó inclusive clavársela en un ojo, pero Pratt logró ponerse en posición fetal antes que Pomeroy lograra su objetivo. Frustrado, le dio un gran mordisco en un glúteo y después huyó.
El siguiente desventurado fue el niño de seis años, Harry Austin. Aparte de la acostumbrada paliza, esta vez empleó su navaja para apuñalar en brazos y hombros a su víctima. Se disponía a rebanarle los genitales cuando fue interrumpido por la cercanía de unas personas.
Pocos días después, atacó al niño Joseph Kennedy, a quien a la vez que azotaba lo obligaba a proferir oraciones religiosas plagadas de obscenidades. A Kennedy le hizo un tajo en la cara con su cuchillo y luego lo llevó a la orilla del mar para echarle agua salada en las heridas.
Un niño de 5 años, entre las víctimas
Robert Gould, de cinco años, fue el siguiente en caer engañado por Pomeroy cerca de una estación de trenes.
Cuando amenazaba al chico con una navaja, Pomeroy se dio cuenta que era observado por unos ferrocarrileros y huyó. Gould dio pistas más concretas, entre ellas la que le daba a Jesse un aspecto aterrador: un ojo totalmente blanco.
Una tarde de septiembre de 1872, Pomeroy fue reconocido por Joseph Kennedy, quien no había podido ubicarlo apenas unas horas antes cuando la policía hizo una inspección en la escuela en la que “El Sádico Bribón” estudiaba. Fue apresado y puesto bajo arresto.
“No pude evitarlo”, dice Pomeroy
Jesse Pomeroy fue sometido a intenso interrogatorio en el que se mantuvo tranquilo y sostuvo su inocencia, pero finalmente se quebró y admitió las acusaciones cuando fue despertado a medianoche en su celda y amenazado con ser encarcelado por cien años. A la pregunta del porqué de sus acciones solo decía “no pude evitarlo”.
Se le sentenció a permanecer en un reformatorio juvenil hasta que cumpliera 18 años, es decir, no vería la luz por media década, sin embargo su madre emprendió una campaña para su liberación y exoneración, aunque al ser el “Sádico Bribón” un interno modelo, el comité de libertad condicional aprobó su salida luego de solo quince meses de encierro.
Salió en libertad y reanudó los ataques
Jesse salió en libertad condicional en febrero de 1874, pero no pasaron ni dos meses cuando la oportunidad se presentó a la puerta de la tienda de confección de su mamá.
El 18 de marzo de 1874 llegó Katie Curran, de 10 años, a la tienda de Ruth por un cuaderno. Jesse le dijo que quedaba uno, pero que había que buscarlo en el sótano; la niña lo acompañó pero fue sometida velozmente por Pomeroy quien con una navaja la degolló brutalmente. Después se lavó la sangre y regresó a trabajar. El cadáver no fue descubierto sino tiempo después.
La madre de Katie la comenzó a buscar una hora después que aquella salió, pero alguien le aseguró que vio cuando era subida a un tren; la policía determinó que se trataba de un secuestro y el caso quedó congelado.
Harry Field se salvó porque otro chico lo vio con Pomeroy y este se acobardó.
A Horace Millen, quien tenía cuatro años, lo llevó por un pastelito que se fueron comiendo ambos durante el camino a la zona pantanosa del sur de Boston, donde atacó al niño con su cuchillo de bolsillo y le causó numerosas heridas, de las llamadas defensivas, en brazos y manos.
Se contaron hasta dieciocho heridas en el tórax, un ojo apuñalado, así como heridas profundas en el escroto.
“El Sádico Bribón” también fue sospechoso de la muerte de un chico llamado Millen cuyo cuerpo apareció en la marisma de la bahía de Dorchester el 24 de abril de 1874. De este caso no se tiene la certeza de que se le haya atribuido, pero fue arrestado y en la investigación oficial se le negó el derecho a un abogado.
La tienda de la madre quebró
Tras la detención de Pomeroy, la tienda de su madre quebró y la vendió. Cuando los trabajadores fueron a hacer las remodelaciones y adecuaciones encontraron en el sótano el cadáver putrefacto de Katie Curran enterrado con cenizas.
Pomeroy fue declarado culpable el 10 de diciembre de 1874, su sentencia era morir en la horca pero ningún gobernador se atrevió a firmar la sentencia. Era muy difícil para las autoridades ejecutar a un chico de catorce años.
Finalmente, se determinó imponerle un castigo ejemplar, pero no la pena capital, así que se hizo acreedor a la cadena perpetua en solitario. Durante su encarcelamiento, la única persona en visitar a Jesse Pomeroy fue su madre.
¿Por qué se convirtió en asesino serial?
Como ocurre en muchos casos de asesinos seriales, Thomas J. Pomeroy, el padre de Jesse, era un alcohólico que cometía abusos: por cualquier motivo que lo enfureciera, llevaba a sus hijos a una cabaña donde los desnudaba y azotaba hasta aplacarse, lo que “El sádico Bribón” replicó en los niños a los que torturó.
También la apariencia de Pomeroy inspiraba miedo: su complexión era muy grande para su edad, así como su cabeza, orejas y rasgos faciales eran poco favorecedores. Su ojo derecho carecía de iris y pupila, lo que lo hizo blanco de los niños abusadores de su barrio y su carrera criminal inicio con la tortura y sacrificio de varias mascotas de la familia y de vecinos.
Esta nota Abril, mes del niño: Los niños también pueden ser asesinos apareció primero en Diario de Yucatán.