La mayoría de los mandatarios de izquierda de la región asistirán a los actos conmemorativos por el 50° aniversario del golpe de Estado contra Salvador Allende, hoy referente para el progresismo mundial, pero incomprendido en la década de 1970, cuando en Latinoamérica se defendía principalmente la revolución socialista armada.
En la ceremonia, que se celebrará en el palacio presidencial La Moneda, asistirán el mexicano Andrés Manuel López Obrador, el colombiano Gustavo Petro y el argentino Alberto Fernández.
Petro y Fernández ya habían visitado Chile antes, pero será la primera visita a Sudamérica de López Obrador, quien ha hecho muy pocos viajes internacionales desde que llegó al poder en 2018, la mayoría a Estados Unidos.
También acudirán a la conmemoración otros líderes progresistas como el primer ministro de Portugal, Antonio Costa; los exmandatarios socialistas Felipe González (España) y José Mujica (Uruguay); y el presidente del Consejo Federal de Alemania, el socialdemócrata Peter Tschentscher.
“La trayectoria de Allende como primer presidente socialista electo democráticamente le da un significado que trasciende el tiempo y las fronteras”, señala a EFE, Simón Rubiños, del Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica de Argentina (Celag) .
Rubiños recuerda además que “prácticamente todos los presidentes de la primera ola progresista (la llamada ‘marea rosada’ de inicios del siglo XXI) evocaron su figura”.
Para Carlos Malamud, del Real Instituto Elcano, Allende “ocupa un lugar importante” en la historia de la izquierda regional, pero advierte a EFE que hay “una diferencia abismal” entre el peso de su figura y el de otros símbolos izquierdistas, como el expresidente cubano Fidel Castro o el guerrillero revolucionario argentino Ernesto “Che” Guevara.
“La vía chilena no fue seguida por nadie”
La gran apuesta de Allende fue la llamada “vía chilena al socialismo”, una fórmula que buscaba cambiar el modelo a través de la institucionalidad y la democracia. Aunque muchos le sugirieron crear milicias ante la inminencia de una sublevación militar, él rechazó la vía armada hasta el final.
“Su figura representa la esperanza de disputar el poder sin poner la vida de por medio”, apunta Rubiños.
Sin embargo, según Malamud, “la vía chilena al socialismo no fue seguida por nadie” en Latinoamérica: “lo dejaron solo y la solidaridad con él, el pueblo y el proyecto chileno fue un gran acto de retórica”.
En la misma línea, Ascanio Cavallo, periodista y autor del ensayo “Golpe”, apunta a EFE que “la muerte de Allende fue un gran shock en la región, más que su ‘vía chilena al socialismo’, en la que gran parte de la izquierda nunca creyó”.
Desde el Instituto de Ciencia Política Hernán Echavarría Olózaga, en Colombia, Carlos Augusto Chacón critica que se haya presentado siempre a Allende como un presidente que llegó al poder “con un gran mandato popular”, cuando en realidad “fue el Congreso el que le dio la Presidencia”.
En 1970 no existía balotaje y, en el caso de que nadie consiguiera mayoría absoluta, era el Parlamento el encargado de elegir entre los dos candidatos más votados. Allende, que ganó con 36.2 por ciento de los votos en las urnas, obtuvo luego el apoyo de 153 parlamentarios, frente a los 35 que fueron para el candidato de derecha.
El proyecto allendista sí tuvo eco en Europa, donde “la primavera de Praga y los crímenes del estalinismo hicieron que gran parte de la izquierda occidental adoptara una mirada crítica hacia la URSS y que buscaran alternativas democráticas”, subraya a EFE, Nicolás Ortiz, de la Universidad Católica Silva Herníquez.
Su figura –agrega– ha sido reivindicada por los líderes de Podemos, en España, el francés Jean-Luc Mélechon o el laborista inglés Jeremy Corbin.
¿Suicidio o asesinato?
Pese a la exhumación y a la sentencia del Supremo chileno que estableció que Allende se suicidó en La Moneda antes de ser alcanzado por las tropas de Pinochet, una parte de la izquierda latinoamericana sigue defendiendo, 50 años después, que fue asesinado por los golpistas.
El último en hacerlo fue López Obrador, quien durante el anuncio de su viaje a Chile calificó la muerte del expresidente de “crimen vil“.
Según Chacón, esta tesis busca “convertir a Allende en un héroe y tratar de demostrar que la única forma que tiene la derecha de deponer a los líderes de izquierda es asesinándolos”.
Daniel Mansuy, uno de los intelectuales de referencia de la derecha chilena, explica en su último libro que Fidel Castro fue el gran valedor de esta tesis: “En la moral izquierdista de aquellos años, un héroe revolucionario no se suicida: muere luchando”, escribe en “Salvador Allende. La izquierda chilena y la Unidad Popular”.
La versión de la muerte heroica, en ese sentido, “habría envalentonado a las izquierdas”, mientras que la del suicidio –añade Rubiños– “deja una sensación de desolación”.
Con información de EFE
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