La noche del 24 de diciembre de 2008 quedó grabada como una de las más trágicas en la historia de Covina, California. Lo que debía ser una reunión familiar por Nochebuena terminó en una masacre cuando Bruce Jeffrey Pardo, disfrazado de Santa Claus, irrumpió armado en la casa de su exesposa y desató un ataque que dejó nueve personas muertas. El hecho conmocionó a Estados Unidos y se convirtió en un símbolo del horror ocurrido en una fecha tradicionalmente asociada a la paz.
La familia Ortega se encontraba reunida celebrando la Navidad cuando escucharon un llamado en la puerta. Una niña de 8 años fue quien abrió, sin imaginar que detrás se encontraba el agresor portando una caja que simulaba ser un regalo. En ese momento, Pardo disparó contra la menor y luego abrió fuego indiscriminadamente dentro de la vivienda, sembrando el pánico entre los presentes.
Tragedia navideña
Tras el ataque armado, el agresor provocó un incendio que se propagó rápidamente por la casa. Las llamas consumieron la vivienda en cuestión de minutos, dificultando cualquier intento de rescate. Cuando los equipos de emergencia lograron ingresar horas después, encontraron tres cuerpos calcinados en la sala. Posteriormente, al remover los escombros, fueron hallados seis cuerpos más, confirmando la magnitud de la tragedia.
Entre las víctimas se encontraban la exesposa del atacante, Sylvia Ortega, y sus padres, James y Alicia Ortega. La violencia del hecho y el uso de un disfraz de Santa Claus generaron una fuerte carga simbólica que impactó profundamente a la comunidad local y al país entero.
Huida y desenlace del agresor
Luego del ataque, Pardo se quitó el disfraz y condujo hasta la casa de su hermano, ubicada a unos 40 kilómetros, en la zona de Sylmar. Al no encontrar a nadie en la vivienda, ingresó al lugar. La Policía fue alertada sobre su posible paradero y, en la madrugada del 25 de diciembre, lo encontró muerto por un disparo en la cabeza, en lo que fue catalogado como un suicidio.
En el sitio se hallaron dos armas de fuego, mientras que otras dos fueron recuperadas entre los restos de la casa incendiada en Covina. Horas más tarde, un automóvil que el atacante había dejado estacionado cerca de la vivienda de su hermano explotó, y en su interior se encontraron más municiones, lo que evidenció el nivel de planificación previo al ataque.
Las autoridades señalaron que el caso abrió múltiples interrogantes sobre el estado mental del agresor y las circunstancias personales que lo llevaron a cometer el crimen. Investigaciones posteriores apuntaron a conflictos derivados de un divorcio reciente y problemas financieros, aunque nada justificó la brutalidad del acto.
