Según fuentes diplomáticas, el rechazo definitivo se produjo durante la cumbre celebrada este jueves en Bruselas. En ese encuentro, los jefes de Estado y de Gobierno coincidieron en que el plan, que contemplaba un préstamo de 90.000 millones de euros respaldado por activos rusos, generaba demasiadas dudas entre los Parlamentos nacionales y podía abrir la puerta a conflictos jurídicos futuros.
Quién bloqueó el uso de los activos rusos
Un alto funcionario europeo explicó que la iniciativa “nunca iba a despegar” porque su carácter técnico y poco claro terminó por asustar incluso a gobiernos que inicialmente la consideraban viable. De acuerdo con Financial Times, la oposición de dos grandes economías de la UE cambió el rumbo de las conversaciones y una fuente llegó a señalar que la primera ministra italiana, Giorgia Meloni, “fue la que mató” el plan sobre los activos rusos.
Durante las discusiones, tanto Meloni como el presidente francés, Emmanuel Macron, expresaron dudas sobre la posibilidad de que sus Parlamentos aceptaran las garantías financieras exigidas. Compartir el riesgo de un eventual impago vinculado a los activos rusos era un punto sensible que muchos líderes no estaban dispuestos a asumir.
Giro hacia una solución alternativa
Tras cerca de 17 horas de negociaciones, los veintisiete países acordaron abandonar el uso directo de los activos rusos y optar por una vía considerada más sencilla. La solución final fue conceder a Ucrania un préstamo de 90.000 millones de euros con cargo al presupuesto conjunto de la Unión Europea para los próximos dos años.
Meloni defendió posteriormente el acuerdo alcanzado y afirmó que “prevaleció el sentido común”. Señaló que se aseguraron los recursos necesarios mediante una fórmula sólida desde el punto de vista jurídico y financiero, evitando así los riesgos asociados al uso de los activos rusos congelados.
Macron, por su parte, calificó la emisión de deuda conjunta como “la solución más realista y práctica”. Este desenlace fue visto como una victoria para Bélgica, cuyo primer ministro, Bart De Wever, había exigido garantías ilimitadas antes de aceptar cualquier esquema ligado a los activos rusos, una condición que muchos socios consideraban inaceptable.
