
Tercer ataque contra la familia Mancilla
El municipio de Huitzilac volvió a ser escenario de violencia tras el asesinato en Huitzilac de Erick Mancilla, hijo del exsecretario del Ayuntamiento, quien también había sido ejecutado afuera del Palacio Municipal apenas en abril. La noticia ha generado conmoción entre los pobladores, que ven cómo la violencia persiste sin que haya claridad sobre quiénes están detrás de estos hechos. Las autoridades estatales confirmaron el ataque y aseguraron que ya investigan lo ocurrido, aunque hasta el momento no han informado sobre personas detenidas.
Violencia ligada a disputas locales
Este nuevo hecho se convierte en el tercer ataque contra integrantes de la familia Mancilla, una de las más conocidas en la región. En mayo, José Luis Mancilla Cueto, expresidente de Bienes Comunales, fue atacado a balazos sobre la carretera federal México–Cuernavaca. Estos episodios han fortalecido la percepción de que la zona sigue atrapada entre conflictos locales y grupos delictivos que operan con total libertad. La muerte de Erick confirma el patrón de ataques selectivos que se han venido registrando desde hace meses.

El asesinato en Huitzilac ya no es visto como un hecho aislado, sino como parte de una cadena de agresiones que, según habitantes, podría estar vinculada a disputas por el control de tierras, tala clandestina y otras actividades ilícitas que han crecido en los últimos años. La región ha sido señalada repetidamente como un punto rojo en temas de inseguridad debido a su ubicación estratégica entre la Ciudad de México y Cuernavaca. Esto la convierte en un corredor atractivo para grupos dedicados a delitos de alto impacto.
Además, la forma en que ocurrieron los tres ataques —en espacios públicos, en vialidades transitadas y sin que los agresores hayan sido identificados— refleja una operación cada vez más descarada de quienes están detrás de estos crímenes. Para la población, esto deja en evidencia la debilidad institucional y la falta de resultados en las investigaciones previas. Muchos vecinos aseguran que el miedo ya forma parte de su vida diaria y que la presencia policial es prácticamente simbólica.
Otro punto que resalta es la falta de acompañamiento a las familias víctimas por parte de las autoridades municipales y estatales. Pese a que los Mancilla han ocupado cargos públicos y comunitarios de relevancia, las instituciones no han logrado ofrecer respuestas sólidas, lo que alimenta la desconfianza entre los ciudadanos. De acuerdo con fuentes locales, los ataques han provocado que varias familias eviten transitar por zonas boscosas o carreteras secundarias, especialmente después de anochecer.







