
El Senado de la República, con el respaldo de la mayoría oficialista de Morena y sus partidos aliados, aprobó en lo general la reforma a la Ley de Aguas Nacionales, una acción que ha generado controversia por la velocidad con la que fue procesada. La aprobación se dio en modalidad «fast track», apenas unas horas después de que la iniciativa fuera avalada por la Cámara de Diputados en una maratónica sesión que se extendió por 24 horas. Esta rapidez en el proceso legislativo, impulsada por la 4T, ha sido fuertemente criticada por la oposición, que acusa una falta de debate profundo y de análisis en un tema tan vital para el país como lo es la gestión del recurso hídrico.
La Maratón de 24 Horas y la Prisa en el Senado
La rapidez con la que se movió la iniciativa de la Ley de Aguas del Pleno de Diputados al Senado es un claro ejemplo de la capacidad de la mayoría de la 4T para priorizar y acelerar su agenda legislativa. Tras la agotadora sesión en San Lázaro, donde se discutió y aprobó la reforma, los senadores oficialistas no tardaron en convocar para darle trámite y avalar el dictamen en lo general. Esta prisa en el Senado para aprobar la Ley de Aguas genera suspicacias sobre si los legisladores tuvieron el tiempo adecuado para estudiar las modificaciones, que son de gran calado y afectan directamente la vida de millones de mexicanos.
La oposición ha denunciado que esta aprobación en «fast track» de la Ley de Aguas anula de facto la posibilidad de un verdadero debate parlamentario. Alegan que la celeridad con la que actuó el Senado refleja un uso excesivo de la mayoría para imponer decisiones sin escuchar a todas las voces, incluyendo expertos, organizaciones civiles y la sociedad en general. La 4T, por su parte, defiende la aprobación, argumentando que la reforma es urgente y necesaria para actualizar la legislación sobre la gestión del agua en el contexto de la crisis hídrica nacional.
La reforma a la Ley de Aguas es un tema de altísima sensibilidad, pues toca aspectos fundamentales como el otorgamiento de concesiones, la regulación de caudales y, potencialmente, la priorización de los usos del recurso en un momento de sequía extrema. Que el Senado la haya aprobado de esta manera tan rápida intensifica la preocupación sobre las implicaciones de su contenido. Los críticos temen que, al apresurar el proceso, se hayan dejado pasar por alto posibles errores o disposiciones que pudieran beneficiar a intereses particulares por encima del derecho humano al agua de la población.
Cuestionamientos a la Calidad del Debate
El incidente de la Ley de Aguas pone en tela de juicio la calidad del debate legislativo en el Senado y en el Congreso en general. Un documento que redefine las reglas para uno de los recursos naturales más importantes del país merecería un análisis detallado, audiencias públicas y un diálogo abierto. Sin embargo, la acción de la mayoría de la 4T parece haber priorizado la eficiencia política sobre la deliberación democrática, un patrón que, según la oposición, se ha vuelto recurrente en el actual periodo legislativo, afectando la credibilidad de las reformas aprobadas.







