
4 DICIEMBRE 2025-INTERNACIONAL- En un hallazgo que podría marcar un antes y un después en la medicina regenerativa, un grupo de científicos de la Universidad Texas A&M logró “recargar” células envejecidas mediante un método experimental que utiliza partículas microscópicas en forma de flor. El avance, todavía en fase preliminar, propone una alternativa real para tratar daños celulares provocados por el paso del tiempo, enfermedades degenerativas o incluso terapias intensivas como la quimioterapia. Aunque se encuentra en etapa de laboratorio, los resultados han sorprendido a la comunidad científica por su potencial transformador.
La investigación se centra en las mitocondrias, las estructuras que funcionan como baterías internas. Con la edad o bajo condiciones agresivas, estas pequeñas centrales energéticas pierden fuerza y número, dejando a las células envejecidas con menos capacidad de reparar daños y mantener sus funciones vitales. Cuando esto ocurre de manera generalizada en un tejido, la degeneración avanza con mayor rapidez y abre la puerta a múltiples enfermedades crónicas.

Para enfrentar este desgaste natural, el equipo del Dr. Akhilesh K. Gaharwar diseñó unas partículas conocidas como nanoflores, elaboradas con disulfuro de molibdeno, capaces de actuar como esponjas contra moléculas dañinas y al mismo tiempo estimular la producción de nuevas mitocondrias. Estas nanoflores se aplicaron directamente sobre células madre, y los investigadores observaron que estas se convertían en “biofábricas energéticas”, duplicando la cantidad habitual de mitocondrias y fortaleciéndose de manera notable.
Lo más sorprendente llegó después: cuando estas células madre fortalecidas se colocaron junto a células envejecidas, compartieron entre dos y cuatro veces más mitocondrias de lo normal. Este proceso elevó significativamente la energía interna de las células dañadas, permitiéndoles recuperar parte de su vitalidad y resistencia. Según Gaharwar, es como “ponerle una batería nueva a un aparato viejo”. El equipo demostró esta recuperación tanto en células musculares como en células cardíacas afectadas por quimioterapia.

Este avance podría tener amplias aplicaciones en enfermedades donde el fallo mitocondrial es determinante, como el alzhéimer, algunas miocardiopatías, distrofias musculares y padecimientos genéticos raros. Aunque los investigadores aclaran que este no es un “método para rejuvenecer personas”, sí podría ralentizar procesos de deterioro relacionados con la energía celular. Además, las nanoflores permanecen más tiempo dentro de las células, lo que podría reducir la frecuencia de tratamientos en un futuro.
Los científicos señalaron algo especialmente relevante: este método no introduce elementos artificiales ajenos al cuerpo, sino que amplifica un proceso biológico natural, ya que la transferencia de mitocondrias ocurre de forma espontánea en pequeña escala. Esto abre la posibilidad de terapias menos invasivas, más compatibles y con menos riesgo de rechazo o efectos secundarios, un punto crucial en tratamientos celulares modernos.








