
El gobierno federal anunció recientemente un plan para reducir la jornada laboral semanal de 48 a 40 horas, con el objetivo de tenerlo implementado a más tardar en enero de 2030. La transición será paulatina y consensuada, con participación de sindicatos, empleadores y autoridades.
El proceso comenzará en 2027, con la intención de recortar dos horas cada año hasta alcanzar las 40 horas semanales en 2030. Esta medida busca dar a los trabajadores más tiempo libre, mejorar su bienestar y, al mismo tiempo, mantener la productividad.
Para preparar esta reforma, la Secretaría del Trabajo y Previsión Social (STPS) convocará foros con trabajadores, empleadores y especialistas, a fin de definir los detalles y modalidades de la implementación.
Las autoridades han asegurado que el cambio no implicará recortes en salarios ni prestaciones. La idea es que, aunque se reduzcan las horas trabajadas, los ingresos y derechos laborales se mantengan.
No obstante, algunos sectores empresariales y analistas advierten posibles riesgos: apuntan que la reducción del horario laboral podría afectar la productividad, la competitividad de ciertas industrias, y complicar la adaptación de pequeñas y medianas empresas.








