
Una nueva y desgarradora manifestación de la violencia que azota a Tamaulipas se registró en Ciudad Victoria, donde un padre y su hijo fueron arrancados de su vida cotidiana por un comando armado. El suceso tuvo lugar en su propio taller de motocicletas, un espacio de trabajo que se convirtió en escenario de un acto criminal. De acuerdo con los primeros reportes y denuncias ciudadanas, la razón detrás de este secuestro no es otra que la presunta negativa a ceder ante la presión de la extorsión conocida como «cobro de piso». La violencia criminal ha vuelto a golpear a una familia trabajadora de la capital del estado.
La Acción Del Comando Armado y el Miedo Social
La forma en que se llevó a cabo el secuestro, mediante la irrupción de un comando armado, infunde un profundo temor en la sociedad de Ciudad Victoria. Este tipo de actos de violencia a la luz del día demuestra la audacia y la impunidad con la que operan los grupos criminales que se dedican a la extorsión. El taller de motos, un negocio familiar, se une a la larga lista de pequeñas y medianas empresas que son blanco de amenazas y exigencias económicas que, al no ser satisfechas, tienen consecuencias devastadoras como esta violencia de alto impacto.
La comunidad y los familiares han expresado su desesperación ante la falta de seguridad y el desamparo institucional, un sentimiento resumido en el clamor de estar «sin ley, sin justicia, sin protección». Este secuestro es un reflejo de cómo la violencia ha erosionado la confianza en las autoridades, pues las víctimas, que ya enfrentan la extorsión por parte del crimen organizado, se sienten completamente solas. La ausencia de un estado de derecho firme permite que estos actos de violencia se repitan constantemente sin consecuencias para los agresores.
El móvil detrás de la violencia es la extorsión sistemática, conocida popularmente como el «cobro de piso». Este esquema obliga a los comerciantes y dueños de negocios a pagar sumas de dinero periódicas a grupos delictivos a cambio de una supuesta «seguridad» o, simplemente, para no ser atacados. El caso del padre y su hijo en el taller de motos ejemplifica la brutalidad con la que estos grupos responden cuando las víctimas se niegan o no pueden pagar, escalando la violencia de la amenaza a la privación ilegal de la libertad.








