
Una industria textil de lujo, concentrada principalmente en Europa, está impulsando la deforestación y el desmonte ilegal de una porción crítica del Gran Chaco argentino, uno de los ecosistemas más vitales de Sudamérica. El motor de esta destrucción es la extracción del ‘oro rojizo’, un tanino que se encuentra en los troncos del árbol nativo quebracho colorado. Este extracto vegetal, apreciado por su calidad para curtir cueros, es exportado a cincuenta países, nutriendo a grandes marcas de alta gama y dejando tras de sí un rastro de deterioro medioambiental, precariedad laboral e ilegalidades que, según una investigación de Revista Anfibia, las autoridades argentinas no han podido o querido atajar.
El ‘Oro Rojizo’ y la Cadena del Lujo
El ‘oro rojizo’ del quebracho, un preciado tanino, es un ingrediente clave en el lento proceso artesanal de curtido del cuero, al que aporta firmeza, cuerpo y un aroma particular. Este material curtido es después vendido a la marroquinería y a marcas de moda de lujo, tejiendo una conexión directa entre el ecosistema amenazado del Chaco y los escaparates de las capitales europeas. El comercio de este extracto se articula a través del puerto de Buenos Aires, desde donde las compañías tanineras argentinas, como Unitan e Indunor (del grupo italiano Silvatean), surten a la demanda global.
La cadena de suministro se extiende hasta grandes consumidores de marcas. Por ejemplo, se ha documentado que empresas como Timberland, CAT, Dr. Martens y H&M han estado relacionadas indirectamente con este material a través de intermediarios. Específicamente, una empresa con sede en Bangladés, Pro Golden Chang Shoes, compró en 2024 productos elaborados con tanino de quebracho a la estadounidense Tannin Corporation, que a su vez lo adquirió de la argentina Unitan. Esto demuestra la compleja red de la deforestación que conecta el monte con el consumidor final.
El Gran Chaco: Un Pulmón Verde Bajo Amenaza de Desmonte
El Gran Chaco argentino es una parte fundamental del Chaco Americano, considerado el pulmón verde más grande de Sudamérica después de la Amazonía. Este vasto ecosistema, que abarca más de un millón de kilómetros cuadrados distribuidos entre Argentina, Paraguay, Bolivia y Brasil, alberga uno de los bosques secos más grandes y con mayor diversidad biológica del planeta, pero también uno de los más amenazados por la deforestación. Se calcula que, en las últimas dos décadas, más de 13 millones de hectáreas han sido taladas, una superficie equivalente a sumar el tamaño de España y Francia juntos.
El quebracho colorado, la especie nativa que produce el tanino, es un árbol de crecimiento lento que tarda entre 20 y 50 años en alcanzar su madurez, lo que hace su explotación insostenible ante el ritmo actual de desmonte. Este ritmo acelerado ha provocado que, entre 2010 y 2023, la deforestación en el Chaco argentino alcanzara una media de 183.000 hectáreas por año, un área nueve veces más grande que la ciudad de Buenos Aires, un claro indicador de la crisis ambiental que se está gestando.
Ilegalidades, Carencia de Controles y Desmonte
A pesar de que Argentina cuenta con normativas de protección forestal, estas no se cumplen, principalmente por la avaricia corporativa y la falta de recursos o voluntad de las autoridades para controlar y fiscalizar las prácticas de desmonte. La extracción descontrolada de madera para alimentar la industria del tanino es el gran problema. El caso judicial conocido como “La mafia del desmonte”, presentado por la Asociación de Abogados Ambientalistas de Argentina, reveló la magnitud de la ilegalidad.
Las pesquisas indican que, de las 200.000 toneladas de quebracho colorado que las tanineras consumen anualmente, al menos 80.000 toneladas provienen directamente de desmonte realizado de forma ilegal. Esta práctica se facilita por la existencia de autorizaciones especiales, que permiten comercializar árboles derribados ilegalmente por topadoras. Entre 2020 y 2024, se concedieron 365 de estos permisos.
Para complementar la nota, es crucial señalar que, mientras la industria del tanino mueve millones de dólares a nivel global, los beneficios económicos no se quedan en las comunidades locales, creando una profunda paradoja social. La investigación revela que las labores de desmonte son realizadas principalmente por trabajadores jornaleros informales con salarios ínfimos. Como consecuencia, el índice de pobreza en la región chaqueña se mantiene en un nivel alarmante, cercano al 80%, contrastando fuertemente con la riqueza generada por la exportación del ‘oro rojizo’. Esta disparidad socioeconómica demuestra que la deforestación no solo es un desastre ecológico, sino también una profunda injusticia social que perpetúa la pobreza en una de las regiones más ricas en recursos naturales del continente.







