
Las redes sociales se han inundado de imágenes que parecen irreales: filas interminables de aeronaves militares perfectamente ordenadas bajo el sol del desierto. Esta impresionante vista corresponde a la Base de la Fuerza Aérea Davis-Monthan, en Arizona, hogar de lo que podría considerarse el almacén de aviones más grande del mundo. Con un valor estimado en unos asombrosos 35.000 millones de dólares, este lugar alberga aproximadamente 4.500 aeronaves fuera de servicio activo. Este número es tan grande que supera la flota aérea de muchos países, consolidando a este almacén de aviones como una reserva estratégica invaluable.
Un Cementerio que es, en Realidad, un Tesoro
Aunque popularmente conocido como el «cementerio de aviones», el nombre real y funcional del lugar es el Grupo de Mantenimiento y Regeneración Aeroespacial (AMARG, por sus siglas en inglés). La designación de «cementerio» es engañosa, ya que este almacén de aviones es en realidad un centro de mantenimiento de última instancia. El clima desértico de Arizona juega un papel crucial: la extremadamente baja humedad del aire previene la corrosión y el deterioro, permitiendo que miles de millones de dólares en activos se conserven en un estado casi perfecto, listos para ser utilizados.
La función principal de este almacén de aviones es la «animación suspendida». Esto significa que las aeronaves son tratadas y selladas con una capa protectora especial y almacenadas de una forma que permite su reactivación o despiece rápido. En caso de una emergencia militar global o un conflicto de gran escala, muchos de estos aviones, desde cazas hasta bombarderos, pueden ser devueltos al servicio activo en un plazo de tiempo relativamente corto, convirtiendo a este sitio en la póliza de seguro aeronáutica de la Fuerza Aérea de EE.UU.
La Ciencia Detrás de la «Animación Suspendida»
Para lograr la «animación suspendida», los aviones que entran a este almacén de aviones pasan por un proceso minucioso. Primero, se les retira el combustible y los fluidos explosivos. Luego, se tapan todas las aberturas y se rocían con una pintura protectora blanca y especial, llamada spraylat, que sella el fuselaje contra la intemperie, el polvo y el calor extremo. Esta capa se retira fácilmente cuando la aeronave necesita ser devuelta al servicio o si sus partes serán recicladas. Este proceso garantiza la preservación a largo plazo de los componentes vitales.

Pero la reactivación no es su único papel. Este gigantesco almacén de aviones es también la fuente principal de repuestos para las flotas activas de la Fuerza Aérea y la Marina de EE.UU. Cuando una aeronave operativa necesita una pieza que ya no se fabrica o que es difícil de conseguir, los técnicos de AMARG recurren a este stock gigante. Se estima que, anualmente, este centro dona miles de componentes a la flota activa, ahorrando miles de millones en costos de fabricación y mantenimiento.
En conclusión, las imágenes que vemos de la Base Davis-Monthan no solo muestran una impresionante cantidad de aviones, sino que revelan una estrategia logística y de conservación militar de primer orden. Este almacén de aviones es un testimonio del poderío aéreo de la nación y de la ingeniería de la preservación. La capacidad de guardar y, si es necesario, resucitar 4.500 aeronaves representa un recurso estratégico incalculable, demostrando que en el desierto de Arizona, el tiempo y el óxido están, literalmente, en suspenso







