
Un Recorrido Tradicional con un Toque Italiano
La emoción de los Juegos Olímpicos de Invierno ya comienza a sentirse, aunque aún falten meses para su inauguración. El punto de partida de este gran evento no es otro que el histórico Templo de Hera, en la cuna de los Juegos Antiguos, Grecia. Es aquí donde, con una ceremonia ancestral, la Llama Olímpica es encendida, marcando el inicio de su extenso viaje. Este fuego sagrado simboliza la paz, la unidad y la excelencia deportiva que se busca en cada edición de las olimpiadas. Este ritual es fundamental para la tradición olímpica y un espectáculo que siempre cautiva al mundo.
El honor de ser el primer portador de la antorcha olímpica recae, por tradición, en un atleta griego. Para esta edición de los Juegos de Invierno, el elegido fue Petros Gkaidatzis, quien tuvo la responsabilidad de dar los primeros pasos con el símbolo flamígero. Este gesto subraya el vínculo inquebrantable entre la antigua y la moderna celebración de los Juegos. Gkaidatzis entregó la llama al segundo portador, quien representa al país anfitrión de esta justa deportiva, que en esta ocasión es Italia.
El siguiente tramo del relevo fue protagonizado por una verdadera leyenda del deporte italiano: Stefania Belmondo. Reconocida por su impresionante carrera en el esquí de fondo, la campeona olímpica recibió la antorcha en territorio heleno para llevarla un paso más cerca de su destino final. Esta elección es un claro homenaje a la rica historia deportiva de Italia en los deportes de invierno. Belmondo, con su trayectoria, inyecta un espíritu de grandeza y determinación al inicio de este simbólico viaje hacia su país.

La Leyenda Italiana del Esquí de Fondo, Embajadora de la Antorcha
La participación de Stefania Belmondo no es casualidad; su figura es sinónimo de éxito en el esquí de fondo, disciplina en la que acumuló numerosas medallas a lo largo de su carrera. Ella es la representante perfecta para encender la pasión por los Juegos en su nación y en el resto del mundo. Desde la antigua Grecia, la llama olímpica viaja ahora bajo la protección de quienes han encarnado el espíritu de la competencia y la perseverancia.
Una vez encendida y entregada a la delegación italiana por medio de Belmondo, la Llama Olímpica comienza su recorrido hacia el país que albergará la contienda invernal. El viaje es meticulosamente planeado para tocar diversos puntos y ciudades, permitiendo que miles de personas sean testigos del paso de este ícono olímpico. Es una oportunidad para que el público sienta de cerca la magia de los Juegos y se prepare para la gran celebración.
El trayecto de la Llama Olímpica desde el Templo de Hera hasta Italia no solo implica un viaje físico, sino también una compleja logística y una serie de eventos culturales. Tras el encendido, la llama pasa varios días recorriendo puntos emblemáticos de Grecia antes de ser transportada, generalmente en avión y dentro de una linterna de seguridad, hacia Italia. Allí, un relevo masivo la llevará por las distintas regiones anfitrionas. Es importante destacar que, además de la llama principal que se exhibirá en el pebetero, se llevan varias llamas de respaldo en linternas para asegurar que el fuego sagrado nunca se extinga, incluso en caso de incidentes durante el recorrido. Estas linternas son un símbolo de resiliencia y continuidad, fundamentales para la mística olímpica.







