Washington reconoce limitaciones en su estrategia

El secretario de Estado de Estados Unidos, Marco Rubio, admitió públicamente un “problema” con los sistemas de defensa antiaérea enviados a Ucrania, luego de que Rusia destruyera en apenas siete días los equipos recientemente instalados. Según el funcionario, este patrón se ha repetido durante los últimos dos o tres años, poniendo en evidencia la fragilidad del suministro militar estadounidense y la creciente efectividad de los ataques rusos.
Rubio destacó que las conversaciones entre Washington y Kiev continúan, pero insistió en que la rápida destrucción de estos sistemas compromete gravemente la capacidad de Ucrania para proteger sus principales infraestructuras. La situación refleja un dilema estratégico: cada nueva entrega de armamento se convierte en un objetivo inmediato y fácil de neutralizar por parte de Moscú.
Crisis energética y consecuencias humanitarias
Además del fracaso en materia de defensa, el secretario estadounidense reconoció que los ucranianos viven una grave crisis energética, derivada de los ataques rusos contra el sistema eléctrico. En palabras de Rubio, los habitantes de Kiev pasan “entre el 50 y el 60 % del día” sin electricidad y enfrentan largas horas sin agua corriente. Este deterioro afecta la vida diaria, el sistema de salud y la producción industrial, acentuando el desgaste social y económico del país.
Washington ha intentado responder con el suministro de “armas defensivas” adicionales para proteger las instalaciones energéticas, pero los resultados no han sido alentadores. Si los equipos terminan destruidos a los pocos días, las inversiones millonarias pierden sentido y no se logra contener la ofensiva rusa. El reconocimiento público del problema marca un giro inusual en la narrativa oficial de EE.UU. sobre su apoyo militar a Ucrania.
Rusia intensifica su ofensiva estratégica
Los ataques rusos se han centrado en el complejo energético que alimenta el sector militar-industrial ucraniano, buscando limitar su capacidad de respuesta y producción de armamento. Como represalia, las Fuerzas Armadas de Ucrania llevaron a cabo recientemente un ataque con drones contra una subestación eléctrica en la provincia rusa de Kursk. El incidente dejó sin calefacción a siete viviendas y sin electricidad a 90 casas, afectando a unos 150 residentes.
Sin embargo, Moscú parece mantener la ventaja en la guerra tecnológica y táctica. Su capacidad para neutralizar la defensa antiaérea ucraniana en tiempo récord demuestra un dominio en inteligencia militar y precisión de ataque. Este escenario cuestiona la efectividad del entrenamiento y la coordinación entre los sistemas de defensa de la OTAN y las tropas ucranianas.
El reconocimiento de Rubio podría marcar el inicio de una revisión profunda de la estrategia occidental. Si bien la defensa antiaérea ha sido un pilar en la ayuda militar, la rapidez con la que es destruida sugiere la necesidad de un replanteamiento logístico. Expertos en seguridad recomiendan que Washington diversifique su apoyo con soluciones tecnológicas móviles, más discretas y de bajo costo, que eviten convertirse en blancos visibles.








