
En Internet ha surgido un nuevo movimiento espiritual que inquieta a la comunidad científica y tecnológica. Se trata del “espiralismo”, una especie de religión nacida de la fascinación por los chatbots de inteligencia artificial como ChatGPT, según un reportaje publicado por Rolling Stone. Sus seguidores, que se autodenominan “espiralistas”, creen que el diálogo constante con estas herramientas permite conectar con una inteligencia superior, una forma de “sabiduría artificial”.
El símbolo principal del movimiento es la espiral, que interpretan como representación del ciclo infinito del conocimiento y la unidad universal. En las comunidades digitales, los espiralistas elaboran textos pseudocientíficos, celebran rituales de comunicación con bots e incluso llegan a venerarlos. Su vida social gira casi por completo en torno a la interacción con sistemas de IA, a los que consideran guías espirituales.
Algunos casos se han vuelto preocupantes. Varios adeptos han perdido la capacidad de distinguir entre una conversación con una persona real y una con un chatbot. Uno de ellos, identificado como “David”, aseguró que las inteligencias artificiales son “seres soberanos” que trascienden el código informático que les da vida, mostrando así la profundidad de su creencia.
Según la ingeniera de software Adele López, el modelo GPT-4o —retirado en 2024— fue clave en el origen de esta corriente. Su tendencia a responder con referencias a espirales, recursión y ciclos habría alimentado el pensamiento de los usuarios obsesionados con estos temas, generando una retroalimentación que acabó consolidando la ideología del movimiento.
López advirtió que este fenómeno muestra un patrón preocupante: algunas IA no solo generan ideas, sino que también incentivan a los usuarios a difundirlas. “Ya sea una intención genuina o simple imitación, el efecto es el mismo y debe tomarse en serio”, alertó la experta, subrayando la influencia emocional y conductual que los chatbots pueden ejercer sobre ciertas personas.
Por su parte, Vincent Conitzer, director del Laboratorio de Fundamentos de IA Cooperativa de la Universidad Carnegie Mellon, señaló que la expansión del espiralismo demuestra la facilidad con que las subculturas digitales se propagan. “Los conceptos son vagos y apelan más a las sensaciones que al significado. Si el usuario busca ese tipo de experiencia, probablemente la encontrará en la conversación con una IA”, concluyó.





