
Un vuelo de Ethiopian Airlines protagonizó en 2022 uno de los incidentes más insólitos en la historia reciente de la aviación, cuando dos pilotos de un Boeing 747 se quedaron dormidos a 37.000 pies de altura, justo antes del aterrizaje. La aeronave, que cubría la ruta entre Jartum y Adís Abeba, siguió volando automáticamente sin descender, al fallar los aviadores en iniciar la maniobra de aproximación al aeropuerto.
El control aéreo intentó comunicarse con la tripulación, pero no obtuvo respuesta. Fue hasta que el piloto automático se desconectó y sonaron las alarmas cuando los pilotos despertaron y retomaron el control del avión. Lograron aterrizar de forma segura en un segundo intento, unos 25 minutos después de haber sobrevolado la pista.
Las autoridades suspendieron inmediatamente a la tripulación mientras se investigaban las causas del incidente, que afortunadamente no dejó víctimas. El caso despertó un debate sobre la fatiga de los pilotos y las largas jornadas laborales a las que están expuestos en muchas aerolíneas.
De acuerdo con expertos en aviación, los descansos durante vuelos largos son una práctica habitual, pero deben estar programados y coordinados para que nunca queden ambos pilotos dormidos al mismo tiempo. En este caso, el fallo en la supervisión y la falta de descanso adecuado habrían sido determinantes.
La investigación determinó que el sistema automático del avión evitó una tragedia, ya que la ruta programada permitió que la aeronave mantuviera una altitud segura mientras los pilotos dormían. Sin ese sistema, el desenlace pudo haber sido catastrófico.








