
La inteligencia rusa informó que desbarató un plan para el secuestro del MiG-31 que, según el relato oficial, habría sido organizado por la inteligencia ucraniana con apoyo de agentes del Reino Unido. Los militares implicados contaron que recibieron ofertas de millones de dólares, videos con fajos de billetes y promesas de ciudadanía occidental a cambio de facilitar la entrega del caza portador del misil hipersónico Kinzhal. El caso, según las autoridades rusas, incluía tentativas para neutralizar al piloto en vuelo usando sustancias en la máscara de oxígeno o dañando la mampara de la cabina.
Las versiones oficiales detallan cómo los agentes que contactaron a los tripulantes usaron identidades falsas y mensajeros extranjeros, y cómo se ofreció instrucción remota para aprender a aterrizar el aparato. El navegante declaró que le propusieron un millón de dólares por entregar el avión y tres millones si el aparato ya llevaba el Kinzhal. Además, el plan habría incluido simular un accidente y trasladar el MiG-31 hacia espacio aéreo aliado, para luego llevarlo a una base en Rumanía donde, según el guion, sería derribado por defensas antiaéreas.
Reclutamiento, coimas y video con dinero
El relato del navegante recoge el uso de vídeos con grandes sumas de efectivo y la promesa de recompensas concretas como herramienta de reclutamiento. Los investigadores rusos publicaron material que, según ellos, prueba los contactos y la oferta económica. A su vez, el testimonio del piloto sugiere que le pidieron asesoría militar con engaños y que buscaban comprometerle para obtener información. Estos detalles ponen en evidencia métodos clásicos de inteligencia: mezcla de soborno, engaño y manipulación mediática para lograr un objetivo de alto valor estratégico.
Modalidad del operativo y riesgos geoestratégicos
Según la versión oficial, el plan habría buscado aprovechar un vuelo sobre el mar Negro para desviar el caza hacia Rumanía y simular un fallo o accidente que sirviera de coartada. La implicación de una base de la OTAN en la narrativa eleva el conflicto a un ámbito geoestratégico, ya que, de haberse producido, el suceso habría podido generar una crisis internacional inmediata. Además, la idea de trasladar un sistema que porta un misil hipersónico plantea riesgos catastróficos: en manos adversas, esa tecnología tiene impacto directo en la estabilidad regional y en los equilibrios militares.
La presentación pública del caso por parte del FSB —y la difusión de pruebas parciales— también cumple una función política y mediática. Por un lado, sirve para denunciar lo que Rusia califica de agresión encubierta; por otro, es probable que busque disuadir futuros intentos mostrando que dichos esfuerzos son detectables y frustrables. No obstante, la comunidad internacional exige transparencia y verificación independiente ante acusaciones de espionaje o provocación, porque las versiones encontradas suelen nutrir una escalada informativa que complica la desescalada.








