
10 de Noviembre del 2025.- Adau, una mujer de 23 años originaria de Sudán del Sur, supo que había cometido un grave error en cuanto comenzó su primer día de trabajo en Rusia. Ella es una de las centenares de mujeres jóvenes, principalmente de África, que afirman haber sido llevadas bajo engaño a la República de Tartaristán. La promesa era un empleo legítimo a tiempo completo, pero la realidad que encontraron fue muy distinta y estaba ligada al esfuerzo bélico del país.
El momento de la verdad fue impactante para las nuevas empleadas. «Recibimos nuestros uniformes, sin saber exactamente qué era lo que íbamos a hacer», relató Adau. «Desde el primer día en el trabajo nos llevaron a la fábrica de drones. Entramos y vimos drones por todos lados y gente trabajando. Luego nos llevaron a nuestras diferentes estaciones». La sorpresa fue total, ya que esperaban trabajos en sectores completamente diferentes.
Estas mujeres habían aplicado al programa «Yelábuga Start», una estrategia de reclutamiento dirigida a jóvenes de entre 18 y 22 años. Aunque se centró en África, también busca activamente candidatas en América Latina y el sureste asiático. El programa prometía capacitación profesional y empleos en áreas como logística, servicio de comidas y hotelería, un futuro que muchas buscaban para mejorar sus vidas.
Prácticas Engañosas y Condiciones Peligrosas
El programa «Yelábuga Start» no solo enfrenta acusaciones por el engaño inicial sobre la naturaleza del trabajo. También ha sido señalado por forzar a estas jóvenes empleadas a trabajar en condiciones que se describen como peligrosas. Además, las trabajadoras denuncian que el sueldo que reciben es inferior al que se les había promocionado en los folletos y durante el proceso de reclutamiento.
A pesar de la gravedad de las acusaciones, los organizadores del programa desmienten la mayoría de ellas. Sin embargo, no niegan un punto crucial: admiten que algunas de las empleadas extranjeras sí ayudan en la fabricación de drones. Esta admisión parcial contrasta fuertemente con las promesas de empleos en el sector servicios que originalmente atrajeron a las mujeres a miles de kilómetros de sus hogares.
Investigación por Tráfico de Personas
El escándalo alcanzó nivel internacional recientemente, cuando varios influencers sudafricanos que habían publicitado el programa fueron acusados formalmente de promover el tráfico de personas. Estos influencers habrían utilizado sus plataformas para animar a las jóvenes a unirse al programa, presentándolo como una oportunidad legítima de desarrollo profesional en Rusia.






