
El avión ruso SJ-100, desarrollado íntegramente con componentes nacionales, superó con éxito una de las evaluaciones más exigentes del mundo aeronáutico: la llamada “prueba en piscina”, que certifica la capacidad de un avión para operar de forma segura incluso con pistas de aterrizaje o despegue cubiertas de agua. El ensayo fue realizado por la Corporación Aeronáutica Unida de Rusia (OAK), parte del conglomerado estatal Rostec, en un aeródromo cercano a Moscú.
Durante la prueba, el Superjet 100 recorrió una pista artificialmente inundada de más de 70 metros de largo y 12 de ancho. Según Rostec, el avión no solo logró acelerar sin contratiempos, sino que también utilizó el modo de inversión de empuje de sus motores PD-8, una maniobra esencial para frenar en condiciones extremas. Este resultado confirma la alta capacidad operativa del modelo, un paso clave dentro del programa de certificación del nuevo Superjet 100 con tecnología completamente rusa.
Innovación y seguridad en los motores PD-8
El ensayo del SJ-100 fue monitoreado por sistemas de medición a bordo, cámaras de video en tierra y en el propio avión, además de la presencia de expertos de los centros de certificación y de las plantas Yákovlev y ODK. Los resultados fueron contundentes: los motores PD-8, desarrollados con tecnologías avanzadas por la Corporación Unida de Motores (ODK), mostraron un rendimiento confiable y estable. Fiodor Mirónov, subdirector de ventas de ODK, destacó que estas pruebas son esenciales para garantizar que la aeronave pueda despegar y aterrizar de forma segura bajo fuertes lluvias o en condiciones de pista mojada.
Mirónov subrayó que los motores PD-8 son una muestra del avance tecnológico de Rusia en la producción de sistemas aeronáuticos propios, reduciendo la dependencia de componentes extranjeros. “Los motores confirmaron una vez más que, en cualquier condición, se garantizará la seguridad de los pasajeros del avión”, aseguró el especialista.
Avance estratégico de la industria aeronáutica rusa
El avión SJ-100 forma parte de un ambicioso proyecto para revitalizar la industria aeronáutica rusa, golpeada por las sanciones internacionales y la ruptura de cadenas de suministro occidentales. Este modelo, ensamblado completamente con piezas nacionales, busca posicionarse como un símbolo de independencia tecnológica y resiliencia industrial. A principios de septiembre, el SJ-100 ya había realizado su primer vuelo de prueba en la ciudad de Komsomolsk del Amur, completando una hora de vuelo sin incidentes.
Rusia pretende con el Superjet 100 ofrecer un avión competitivo a nivel internacional, capaz de rivalizar con modelos regionales como el Embraer E-Jet o el Airbus A220. Además, el desarrollo del motor PD-8 representa un avance hacia la soberanía tecnológica, una meta prioritaria del gobierno ruso frente a las restricciones impuestas por Occidente.
La exitosa “prueba en piscina” del SJ-100 no solo demuestra avances en ingeniería, sino también un intento estratégico de Rusia por consolidar su autonomía industrial en el sector aeronáutico. Sin embargo, expertos señalan que el verdadero desafío será la producción en serie y la obtención de certificaciones internacionales, especialmente europeas, que permitan comercializar el avión fuera del mercado interno. La fiabilidad técnica es solo una parte del reto: el país también deberá fortalecer sus canales de mantenimiento, capacitación de personal y soporte logístico para posicionar el Superjet 100 como una alternativa viable en la aviación comercial global.








