
El presidente colombiano, Gustavo Petro, sostuvo un encuentro con el emir de Catar, Tamim bin Hamad al Thani, en el que le propuso mediar para desescalar tensiones con Estados Unidos y avanzar en el proceso de paz con grupos armados del país. Petro destacó que Colombia es “el Gobierno más exitoso en la incautación de cocaína del mundo” y que busca apoyo internacional para estabilizar la región del Caribe.
Durante la reunión, el mandatario latinoamericano abordó la posibilidad de que Catar actúe como interlocutor en las negociaciones de paz con el Clan del Golfo y el Ejército de Liberación Nacional (ELN), con quienes el Gobierno había iniciado un acuerdo que actualmente se encuentra suspendido. La cita marca la culminación de una gira de Petro por Arabia Saudita, Egipto y Catar, centrada en consolidar alianzas diplomáticas para fortalecer la seguridad regional.
Alta tensión con Estados Unidos
El trasfondo de esta iniciativa se da en medio de un conflicto creciente con Washington. La tensión se intensificó luego de que EE.UU. decidiera descertificar a Colombia como cooperador en la lucha contra el narcotráfico, medida que llevó a Petro a suspender compras de armamento estadounidense y denunciar la injerencia de la Casa Blanca en la política interna del país.
El enfrentamiento escaló con declaraciones cruzadas: Donald Trump calificó a Petro como “líder del narcotráfico ilegal” y amenazó con “medidas muy severas” contra él y Colombia, mientras que Petro ha rechazado los señalamientos, enfatizando que “no aceptamos reyes en Colombia” y que su Gobierno es el principal combatiente del narcotráfico. La Oficina de Control de Activos Extranjeros (OFAC) incluyó recientemente a Petro, su esposa Verónica Alcocer, su hijo mayor y al ministro del Interior, Armando Benedetti, en su lista de ‘Designaciones antinarcóticos’.
Conversaciones con grupos armados
Petro ha confirmado que, con la intermediación de Catar, ha iniciado contactos con el Clan del Golfo, organización con entre 10.000 y 15.000 miembros dedicada al tráfico internacional de drogas. Entre el 14 y 18 de septiembre, el Gobierno alcanzó seis acuerdos con la estructura criminal en Doha para definir los alcances de la negociación, incluyendo la posibilidad de desmovilización.
Asimismo, el presidente colombiano busca reiniciar los contactos con el ELN, suspendidos en enero tras ataques en la región del Catatumbo que fueron calificados como “crímenes de guerra”. Esta estrategia se suma a iniciativas anteriores, como la propuesta de Petro de utilizar al Vaticano como sede de nuevas conversaciones de paz, tras un encuentro con el papa León XIV.
La apuesta por Catar como mediador refleja un cambio estratégico en la diplomacia colombiana, buscando actores neutrales capaces de garantizar procesos de diálogo con grupos armados y reducir la dependencia de EE.UU. en asuntos de seguridad. Expertos advierten que esta estrategia puede fortalecer la legitimidad internacional del Gobierno colombiano, pero también implica riesgos si no se logra equilibrar las relaciones con Washington. La capacidad de Colombia para consolidar la paz dependerá de su habilidad para manejar intereses externos e internos simultáneamente, mientras garantiza seguridad y justicia en territorios históricamente conflictivos.
			
			





